Quienes acudan a este libro para encandilar a sus profesores, amigos o amantes con disquisiciones librescas adquiridas sin esfuerzo, habrán cometido un error: el ensayo de Bayard es en realidad una estimulante reflexión a propósito de qué significa la lectura. Para resolver ese enigma, el autor se impone como tarea desenmascarar uno de los tabúes sociales más extendidos: el hecho de que en algún momento de nuestras vidas todos hayamos fingido haber leído un libro que nunca fue abierto.
Bayard no sólo asume con naturalidad nuestra sempi terna condición de no-lectores sino que convierte esa en apariencia vergonzante no-lectura en el núcleo mismo de la lectura y, mediante un bucle paradójico, no duda en invocar las intuiciones contenidas en libros de Musil, Wilde, Valéry, Montaigne o Lodge acerca de la fecundidad del olvido.