• ¡Hola a todxs!

    Después de los varios meses pasados en inhibición libronsayesca, a causa de arduo parto literario
    (@admin, tú lo sabes 🙂 pero no lo haré público hasta que pueda afrontar la demanda 😀 ),
    y ahíto de reseñar el colosal tomo de Josep Fontana,
    esperaba yo participar en el debate sobre Historia de la lectura en el mundo occidental, libro que invocamos este mes;
    pero, tras dejar transcurrir la primera mitad del febrero febril (valga la apropiación etimológicogripal),
    y habiendo llegado a la conclusión de que los apuntes retomados para ello serán horneados próximamente con vistas a nuestro sillón de Montaigne,
    aprovecho la inaugural intervención de @juanpabloserra (a quien quisiera dar calurosa, afectuosísima y reverencial bienvenida) para ¡tener al fin una excusa e intervenir!

    Porque a propósito del debate sobre este libro de Han que me pasó desapercibido (no obstante, leí vuestros comentarios disciplinadamente), y de lo indicado ayer por Juan Pablo sobre el autor (que abre el apetito), me gustaría exponeros una reciente experiencia cotidiana: de hoy mismo. Esta mañana he recibido la visita de una pareja de esos comerciales de la fe y la esperanza que en su momento supieron vencer la competencia de los Hare Krishna, pero hoy por hoy no logran hacer frente a la eficacia sin fronteras de los libros de autoayuda; y mientras ellos trataban de explicarme la diferencia abismal entre el sentimiento religioso del ser humano y esas religiones que andan haciendo estragos por el mundo, y me mostraban la celebérrima revista en cuyo número vigente se pregunta al cliente -con perdón- si es feliz en su trabajo, yo pensaba «¡Qué
    barbaridad!, si supiérais que hace cinco minutos estaba disfrutando del placer inmenso de leer a Schopenhauer…».
    Pues sí. Como afirmó @maria-ripoll-cera hay un cambio de ciclo,  y como dijo @ignaciogallego hay que HACER menos para empezar a SER más, y como subrayó @conchi las referencias a seguir están en algún tiempo o espacio conocidos… Personalmente me inclino a creer que están en la filosofía, sin duda, y que no habría que remontarse tanto como hasta Aristóteles (aunque las enseñanzas de Epicuro, con todo el desprestigio escolástico que ha sufrido su supuesto hedonismo, se estudian ahora mismo en muchas recopilaciones de consejos prácticos para el saber-vivir; y qué decir de esas reiteradas ediciones del Oráculo manual de Baltasar Gracián, por ejemplo, o alguna antología de aforismos clásicos o los incontables textos orientales, meditación, yoga y derivados…).

    Yo me estoy remontando hasta Schopenhauer, con vistas a una próxima conferencia de Carlos Javier González Serrano. Y según la excelente biografía que compuso Safranski en torno al filósofo alemán, el completo fracaso que sufrió la filosofía de éste ante la sociedad de su época, silenciada teoría de la voluntad y la representación frente al jolgorio espíriturracionalista hegeliano, a mi juicio demuestra, como insinúa el biógrafo, que los individuos que forman sociedad no quieren que se les indique dónde se puede buscar el ser de cada cual, porque hay cientos de corifeos dispuestos a encontrárselo, por módico precio.

    El otro día recordaba yo cuando era joven… Y debe de hacer mucho tiempo, porque por aquel entonces estaba muy mal visto eso de «venderse al mejor postor» -por no hablar de aquello de «vender tu alma al diablo»-; luego crecí, menguó mi cabello y no he tenido más remedio que acudir a varias terapias sobre cómo aprender a «venderme mejor».

    También en Los años salvajes de la filosofía evoca Safranski nuestra mítica Rebelión de las masas de Ortega y Gasset, al hilo de lo cual me he preguntado si no será que sucede cierta combinación de factores, fatalmente compatibles, en la generación de tanto desbarajuste como padecen las sociedades ociosas: algo de hacer pereza a la hora del esfuerzo reflexivo, se mezcla con otro poco de privilegios culturales que mejor no arriesgamos, más ese tanto por ciento de intereses creados que sacan cuantioso beneficio económico mercadeando con la mediocridad… De ser así, pienso que es una lógica que ha comenzado a resquebrajarse, víctima de incurables contradicciones internas; y mientras se muda el paradigma, la riquísima filosofía del siglo XX, heredera de Schopenhauer y potenciada por Nietzsche, puede haber comenzado a popularizarse, lo que sería un comienzo nada desdeñable.

    Al menos eso espero 🙂

    ¡Abrazos!

    • Esto es sólo una prueba para ver cómo funciona el sistema. No sabía que entrando desde la página de inicio se pueden ver tus propios mensajes y menciones SIN entrar en el foro… cómo evoluciona esto de la tecnología-centrada-en-el-individuo.