Crisis, what crisis?: editores campeadores y nuevas redes de valor

Como los tuiteros que me siguen saben bien, he estado una semana en la feria del libro de Madrid. Era la segunda vez que acudía a la cita …

Como los tuiteros que me siguen saben bien, he estado una semana en la feria del libro de Madrid. Era la segunda vez que acudía a la cita y, por suerte para mi, este año pudimos disfrutar de charlas y mesas redondas sobre el futuro del sector editorial. Y precisamente hablando del futuro del libro quiero traeros hoy en estas líneas de Ecos de Sumer, que, ya estrenado librosensayo.com el proyecto que me absorbe actualmente, recupera su tradicional imagen escheriana, las palabras de uno de mis más admirados bloggeros, pensadores y expertos del mundo editorial. Se trata de Joaquín Rodríguez, cuya excelente bitácora, los futuros de libro, sigo devotamente desde hace año y medio.

Tuve la suerte de saludar personalmente a Joaquín antes de que iniciara su ponencia. Le precedió con ideas más que refrescantes Carme Fenoll, directora de las bibliotecas de la Generalitat de Catalunya. Pero vayamos, hoy, aquí y ahora, al universo al que nos traslada Rodríguez desde la sala de la magnífica y recién estrenada biblioteca Eugenio Trías, situada en pleno parque del buen retiro.

a) Paradigma nostalgia y “mentalidad offset”

Se acomoda el ponente en la silla y tras relativizar los generosos títulos nobiliarios con los que es presentado por el conductor del evento, nos anuncia que va a prescindir del power point y sus limitaciones en su intervención, apostando por la oralidad desnuda. Joaquín, enfático, arranca con un planteamiento transversal que mantiene a lo largo de toda su exposición: en el mundo de libro se necesitan nuevas preguntas. El mundo de ayer, que diría nuestro querido Stefan Sweig, ha quedado magníficamente obsoleto. El modo de producción editorial antiguo generó una “mentalidad offset”, basada en el papel y en las grandes tiradas, que desconocían e ignoraban a sabiendas el alcance potencial de la demanda. Se imprimía el doble de lo que se suponía que se iba a vender para dar visibilidad a los libros en la librería. Lo importante era la implantación del género, no la venta. El librero, el buen librero de antaño, abonaba una cantidad cuando le servían los libros. Nadie sabía hasta mucho, mucho después lo que vendía pero esta suma servía de base para mantener el flujo de caja de editoriales y distribuidoras. Eso sí, las obligaba a generar novedades continuas, incrementando la sobreproducción artificial y el trasiego estúpido de miles de ejemplares condenados sin remedio a un destino eventual en pasta de papel.

Feria del Libro de MadridPero, ¡ay amigos!, la burbuja editorial que se estaba gestando hacía mucho explotó, uniendo la tradicional desconexión estructural de la oferta y la demanda con la crisis económica y las turbulencias colosales que ha traído el cambio de paradigma digital. El librero dejó de pagar y solo aceptó ejemplares en depósito…el rey quedó desnudo y el castillo de naipes del sector editorial fue derribando por el vendaval traído por la tormenta perfecta.

b) Crisis, what crisis?: de la incomodidad a la negación

La industria editorial, con los editores al frente, cayó en un negacionismo sistemático. Cual avestruz escondió la cabeza. Joaquín Rodríguez afirmó sin ambages, rodeado de árboles madrileños y de casetas con orondos ejemplares en tapa dura que se venden a 22 euros, que estamos ante una industria enferma que prolonga sus problemas mediante respuestas antiguas. El sector se empecina en tratar de mantener a toda costa condiciones de producción y comercialización que ya no tienen sentido. No se puede permitir, evidentemente, que deje de existir el problema al que sus agentes dan solución. Me gustó mucho la metáfora que puso en juego el orador: los editores, los agentes tradicionales del sector, son como el Cid campeador, cabalgando después de muertos, no queriendo ver que el mañana no les pertenece.

Me llamó mucho la atención una aseveración de gran calado que realizó el ponente: según Joaquín no estamos ante un revolución comparable a la producida por la imprenta sino a la que se dio con la invención del alfabeto. La transformación, por tanto, es de una dimensión enorme, tal que haría palidecer al propio Gutemberg si fuera este capaz de percibir la profundidad real y las radicales implicaciones del cambio de paradigma que no es solo, incluso no es fundamentalmente, industrial.

Feria del Libro de MadridRodríguez repasó algunas actitudes de los integrantes de la cadena de valor tradicional del libro ante este terremoto sin precedentes: los libreros tuvieron una primera reacción nefasta; no hicieron otra cosa que preguntarse como se podía frenar el avance internet. Los editores, indignados, después de una lapsus despreciativo se dedicaron a defender a ultranza una posición central en campo editorial que consideran eterna y justa(en relación con el momento de gestación histórica de este rol preponderante nos recomienda Joaquín el libro “Las reglas de arte” de Pierre Bourdieu).

Otro gremio ilustre, el de los bibliotecarios ha tratado de adaptarse al cambio más rápidamente porque ha comprendido que su posición y supervivencia dependían de que el servicio que prestan a los usuarios se ajustara a los tiempos. Hace el ponente una referencia especial al esfuerzo de los bibliotecarios catalanes por evolucionar. Se nos advierte sin embargo que estos profesionales corren el riesgo de caer en un excesivo logocentrismo, sazonado por un actitud tradicional que convierte a los bibliotecarios en “despotas ilustrados”. Evitar estos peligros pasa por entender que el libro, el logos, no es el único recurso y por dejar que sea el usuario el que genere también demandas y ayude a jerarquizar el conocimiento.

También habló Rodríguez de otros agentes de la cadena de valor pero estas referencias se extraviaron entre comentarios al cuchicheo con Jordi Ingerto, de bookmovies, que estaba sentado a mi lado, leves lapsus provocados por el bullicio de las cercanas casetas y otros imponderales factores de los que no puedo acordarme.

c) Algunos intentos de respuestas: de la cadena a la red y la necesidad de seguir agregando valor

Joaquín advirtió en numerosas ocasiones durante la charla que si bien las preguntas no eran negociables ni relativas(aunque podían, es evidente, plantearse más) las respuestas eran más precarias. No obstante, se aventuró a lanzar algunas. La clave de todas ellas pasa por entender que la cadena de valor desaparecerá pronto; ya está absolutamente liquidada. En realidad, no necesitamos una cadena de valor sino una red de valor basada en la agregación de servicios.

Por lo tanto, solo los agentes que redefinan su rol mediante el ensayo-error entorno a las nuevas preguntas tendrán futuro. Cita Joaquín varios casos a modo de ejemplo: las revistas culturales deben fidelizar a sus lectores con formas innovadoras: esto ya no pasa por la suscripción al formato papel o la compra en kioscos y otros puntos de venta. Los libreros generalistas no sobrevivirán, su porvenir pasa por la especialización. Los editores “Offset” deben mutar y comenzar a pensar en multicanal y multiformato y comprender que todo, absolutamente todo, pasa por el XML. Si los mercados son conversaciones, como nos dice el “cluetrain manifesto”, la promoción de libro pasará casi exclusivamente por las redes sociales.

La única forma de sobrevivir en la era de Internet es generar masa crítica y visibilidad. Apostemos por la larga cola y veamos si tenemos suerte.

Con estas aseveraciones finales nos despedimos por hoy con una conclusión personal. Hay que agradecer al Joaquín su claridad, su falta de vértigo al asomarse al acantilado y su visión: gracias a ellas el cambio de paradigma hacia el digital se observa más nítido, se muestra más inevitable y próximo, pero a su vez sus indicaciones nos permiten llevar a cabo intentos para dirigirlo, para alejarlo del caos y, comprendiéndolo, alumbrar nuevas formas de difusión de conocimiento y modelos de negocios que permitan a los creadores culturales seguir gestando contenidos útiles a la sociedad y cobrando por ello siempre que sepan comprender el nuevo contexto.Lean/sigan/dialoguen con Joaquín Rodríguez. No se arrepentirán.

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