DARSE A LA LECTURA DE ÁNGEL GABILONDO

#Vídeoreseña en Youtube por @AntonioAdsuar

Mi “Darse a la lectura”

*Por Antonio Adsuar

antonio_adsuar

Recupero, con muy ligeras modificaciones, el comentario a este texto que hice en mi blog antiguo,  enviedebarcelone, justo al finalizar la lectura de este libro de Ángel en el que se nos explica qué es leer y qué significa leer.

Querría hoy hacer una reseña de una joya que cayó en mis manos. Se trata de un texto del exministro y exrector, que no exfilósofo, Ángel Gabilondo, hermano del muy conocido periodista Iñaki Gabilondo. La editorial RBA he sabido además darle una materialidad al contenido muy adecuada. Es un libro fino, transparente, con una magnífica portada. Vemos en ella a un hombre de mediana edad que lee mientras llueve. El mundo fiero, amenazante, no consigue evitar que, bajo un paraguas oportuno y protector, el ser humano lea, comprenda, se cultive. Paso ahora a resumir las ideas que contiene el texto que a mi modo de ver son más atrayentes.

Leer es estar insatisfecho, encontrarse incómodo en el mundo y, consecuentemente, buscar. Leer exige saber detenerse, leer es un contratiempo más no por ello cesa la acción. Leer no es ser cobarde, estar inactivo, esconderse tras las palabras. Leer es perderse y querer encontrarse. Me ha llamado mucho la atención también otra sentencia del libro: no se comprende lo leído si no se escribe sobre ello después.

Ángel Gabilondo

En el vídeo que les propondré al final el escritor lo deja claro: los márgenes son muy importantes. Incluso pide por favor Ángel unos amplios espacios en blanco que permitan que la lectura sea complementada con la escritura. Es curioso, esto es lo que vengo yo haciendo hace años sin que nadie me lo sugiriera. Cuando leemos hacemos una relectura propia que libera las posibilidades ocultas, no manifiestas del texto. El que lee, nos dice Gabilondo, puede muy fácilmente caer en el descuido de escribir.

Cuando leo lo hago con todas las palabras que leí. Los libros que me hice míos con tiempo, perseverancia y esfuerzo me acompañan por doquier, me cambian. Y cambiándome me transformo y me esfuerzo por mudar el mundo. Yo nunca leo sin mi lápiz, nunca leo sin escribir, sin anotar, sin interpretar. Ya lo decía Platón y nos lo repite el autor: cuando uno se demora en la lectura, como por arte de magia, surge algo otro, el mundo se reinventa y renace en nuestra interacción con el texto. Y así se produce la creación de lo novedosa, el alumbramiento de aquello que no existía. No podemos evitar aquí recordar la mayeútica de Sócrates, que, con su uso del texto oral, ayudaba a los demás a dar a luz la verdad, el conocimiento de lo oculto. La lectura nos diverge, nos diversifica, nos divierte, nos desdobla, multiplicando así las potencialidades del cosmos.

¿Pero no consiste leer en dilapidar la vida en un mero entretenimiento?, ¿no es acaso una actividad propia de diletantes? Pues no, radicalmente no. El ser humano es el ser ficcional por antonomasia. Creo recordar algún texto de Schelling sepultado en mi memoria donde explicaba como el juego es la clave para entender al ser humano. ¿Cómo se entiende si no un partido de fútbol, por ejemplo? ¿Realmente pasa algo cuando el balón golpea la red? El gol, amigos, no es más que una ilusión creada por una imaginación compartida.

lectura

Como ya comentamos en este blog de la mano de Fontcuberta y Umberto Eco, las relaciones entre la verdad y la ficción son problemáticas y fantásticas. Es por todo esto que la lectura cobra una importancia vital, esencial. En la lectura, muy especialmente en la nocturna como bien asevera Gabilondo, nos disfrazamos, nos enajenamos. Caída la noche el mundo real no existe, se ha bajado su telón. Este es el momento especial en el que, mediante las palabras, pasamos a ser otros. Todo gesto lector contiene este fondo este carácter nocturno. La noche es el espacio de lo desconocido, quizás de las tinieblas, pero es a la vez el momento de consultar con la almohada, de tomar decisiones.

Una vertiente más merece ser destacada. Aprender a comprender al otro es, según Gabilondo,el saber supremo. Y es en la lectura donde se entrena más esta capacidad. La palabra no banalizada, la palabra justa, que hace lo que dice y dice lo que hace, es lo único que permite la convivencia, la Civitas, la comunidad. Es en la palabra donde se hace patente aquella sentencia tan recordada de Aristóteles de Estagira: el hombre es un ser político. Pero cuidado, no solo produce el hombre experiencias letradas, empalabradas, como podría decir el amigo LLuís Duch. Cuando la palabra cesa, cuando los libros callan, cuando ya nada se detiene, viene la incompresión y la guerra, la violencia en definitiva. Y esto también es humano. Hace tiempo que me llamó la atención el gesto de los estudiantes valencianos recientemente reprimidos por la policía. Llevaban los jóvenes libros. Aquí tenemos diáfana la dicotomía: la porra contra la letra, la palabra contra la acción violenta.

Debo finalizar trayendo aquí las que para mi son las citas más destacadas de «Darse a la lectura». Dicen así: «Escribir es leer un libro que no está escrito» y «Leer es escribir en el alma». Aquí tienen también el vídeo prometido: http://www.youtube.com/watch?v=cSE4zfXvRS8. No se lo pierdan. Gracias Ángel.

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Algunos hechos de la vida del autor.

Muchos nos enteramos que existía cuando lo nombraron ministro y enseguida saltamos con aquello de “¿Es el hermano del periodista”?. Pues sí, Ángel es hermano de Iñaki Gabilondo y además muchas otras cosas.

Ángel GabilondoNos da la impresión de que Ángel Gabilondo (San Sebastián, 1949) es ante todo un filósofo […] en el sentido amplio de la palabra, esto es, un amante de la sabiduría. Su padre era carnicero y tuvo nueve hijos. Ingresó en la congregación del sagrado corazón pero una crisis espiritual le apartó de ella cuando cumplió 31 años. Se licenció en filosofía, algo tardíamente, en la Universidad Autónoma de Madrid. Ya en ese año de 1980 comenzó a dar clase como profesor ayudante.

A Ángel le tiraba la metafísica y se marchó un tiempo a Alemania para avanzar en sus tesis sobre Hegel, que terminó en 1983. Desde 2002 fue rector de la UAM. Parece que Ángel Gabilondo es un hombre que genera amplios consensos: fue elegido también presidente de los rectores madrileños en  2004 y en 2007 de todas las universidades españolas.

En 2009 lo hicieron ministro de educación, cargo que desempeñó hasta el 2011. En su etapa en el poder se mostró conciliador, pactista y eficaz. En sus textos y apariciones en los medios siempre se muestra afable y didáctico, tranquilo y profundo. Se nota que le gusta leer y escribir.

Fragmento del blog http://lamentable.org/

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