EL EDITOR DE CRISTAL: TRANSPARENCIA, CONFIANZA Y NUEVAS RELACIONES CON EL LECTOR

Los visitantes habituales de Ecos de Sumer saben que casi nunca escribo post basados directamente en mis ideas. Prefiero resumir y analizar una ponencia o un libro que …

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Los visitantes habituales de Ecos de Sumer saben que casi nunca escribo post basados directamente en mis ideas. Prefiero resumir y analizar una ponencia o un libro que nos acerquen a personas que saben mucho del mundo editorial. No obstante, hemos de tener claro que la misma elección del texto a comentar y las propuestas concretas que se destacan dentro de un conjunto más amplio dentro del propio escrito, ya suponen una interpretación personal.

En esta ocasión, sin embargo, y teniendo en cuenta que en unos días marcho a Madrid para la edición del “Salón Liber” de este año y que algo más tarde estaré en Huesca en el 1er Congreso de libro electrónico organizado por Fernando García Mongay, me apetecía compatir unas ideas algo más propias sobre los nuevo roles y actitudes que, a mi modo de ver, deberán jugar y adoptar los editores del siglo XXI.

Las ideas aquí recogidas, al menos el tema y un bosquejo inicial de las mismas, me asaltaron en la cama en Londres una mañana cualquiera. Hay días en los que la cabeza se pone a trabajar antes de hora sin que uno ordene actividad alguna ni pueda hacer nada. Tras intentar acallar la voz interior cedí y me levanté un breve instante para garabatear algunos conceptos sueltos. Estas son las notas que recojo, más pausado y consciente, para darles forma hoy.

En la era de internet todos los procesos y flujos de trabajo se transforman enormemente. La comunicación interpersonal se abarata sin cesar, provocando quizás hipercomunicación, muchas veces inútil. Pensemos cuantas cosas decimos por whatsup, por ejemplo, que callaríamos si tuviéramos que pagar 0’18 céntimos el mensaje como sucedía con el vetusto SMS de antaño. Las rutinas diarias del editor han sido, y creo que aún son, muy desconocidas para el gran público. Si el editor no escribe el libro, si no se dedica a imprimirlo ni a distribuirlo, si no lo vende directamente al público, ¿a qué se dedica entonces?. ¿Cómo es su día a día?. Muchos de nosotros estaríamos encantados de saber más sobre cómo un manuscrito polvoroso sale de la “slush-pile”, de ese montón de textos, no solicitados la mayoría, que esperan en la mesa, en una esquina, a convertirse en el próximo best-seller y hacer felices al autor y a miles de lectores.

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Imagen seleccionada de tallerdelibros.com/

¿Interesa al público la relación del editor con el autor?. Por supuesto que sí. Hay grandes escritores, como Jean Echenoz, que ha escrito incluso un libro explicando su dimes y diretes con su editor, el gran Jérôme Lindon, de édicions de Minuit(en español lo encontramos en Trama editorial). ¿Fue la idea de aquel magnífico libro de ensayo del autor o de un editor con visión, gran conocedor del “buzz”, de “momentum”, de la demanda del instante en definitiva, el que propuso que se diera nacimiento a un texto sobre el tema?(este asunto del “buzz”, sobre aquello que hace que un libro se venda, lo hemos tratado en otra entrada). Las preguntas de este tipo son muchas, cada cual puede imaginar una cuantas.

Pero no quiero centrarme en ellas sino en defender la necesidad de esta nueva actitud, de este novedoso “way of life” editorial que me atrevo a proponer. Sabemos que estamos ante un sector opaco, anclado en sus rutinas. Lo ha explicado Manuel Gil en muchas ocasiones. No obstante, las nuevas generaciones de editores han de cambiar estos hábitos. Pienso, por ejemplo, en la editora de Rayo Verde, Laura Huerga que ya ha puesto en práctica de alguna forma esto que yo estoy proponiendo con su actividad en la red.

No se trata de que el editor deba perder la intimidad y tuitear hasta aquello que ha comido con tal o cual agente en la parte alta de la Diagonal en el restaurante de moda. Se trata de generar confianza, de comprometer al público, de conectar con el lector desde el primer momento de gestación del “libro-proyecto”. Yo mismo, sin ir más lejos, ya he elegido entre adquirir un escrito u otro en este momento crítico de la decisión de compra en la librería en función del “feedback” que me daban dos editoriales en twitter. Seré un adelantado, seguro, pero este tipo de comportamientos se van a generalizar. Todas las marcas, todas las industrias, se están lanzando a conversar con sus clientes. Los editores han vivido tradicionalmente muy muy desconectados de los lectores para los que creaban aquellos bellos libros. El arcano editorial debe terminar, no tiene sentido.

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Estas misma ideas han sido defendidas por editores importantes como Claudio López-Lamadrid de Random House y Roger Domingo, del Grupo Planeta. Claudio nos comentó en su charla en el curso de libro 2.0 del año pasado en la Universidad Pompeu Fabra que en el perfil de editor que buscaban tenían en cuenta, muy por encima de otras consideraciones, que la persona en cuestión fuera capaz de exponerse, de estar disponible, de interactuar con la gente. Lo mismo apuntaba Domingo también en el curso mencionado cuando afirmaba que “tanto la editorial como sus responsables deben ser “encontrables”, el público debe poder contactar fácilmente con ellos”.

El editor de cristal no es frágil, es transparente. Sabe sintonizar con los lectores, implicarlos en su trabajo, conversar con ellos, crear comunidad. Muchos, leyendo este post, pensarán: “yo no tengo tiempo, no puedo estar todo el día en las redes sociales, no puedo contratar un community manager, hay cosas que no se pueden contar,etc”. Tampoco se trata, en mi opinión, de pasarse todo en día en facebook, publicando por publicar. Únicamente digo que cada editor debe considerar como incluir en sus rutinas estas acciones, esta presencia 2.0. Porque muchos editores, sobre todo los independientes pero también muchos que trabajan en grandes grupos, son unos verdaderos apasionados de su trabajo y viven cada libro con gran intensidad. Sólo han de encontrar el modo, el tono de voz y los canales para trasmitir esta emoción de su oficio. Como lectores se lo agradeceremos y nos sentiremos más parte de la editorial, haciéndola nuestra. Si se construyen comunidades en torno al chupachups, ¿cómo no vamos a generar conversaciones cómplices alrededor de nuestro magnífico catálogo, que contiene joyas que todo el mundo debe conocer?.Mucho ánimo y manos a la obra.

PD: una muestra de cómo están las cosas actualmente y cuanto hemos de avanzar: revisando las charlas del «Salón Liber» de este año casi la mitad de los ponentes no tienen ¡ni siquiera una foto que los identifique!. Queda mucho por hacer.

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8 comments

  1.    Responder

    […] por Penguin). Desde luego, esto exige cambiar la mentalidad del editor como comentamos en el post “El editor de cristal”. En este ecosistema los libros tipo “hit” ceden protagonismo al back-list y a los textos de […]

  2.    Responder

    […] debe ser uno de los rasgos característicos del editor del siglo XXI, como ya explicamos en nuestro post “El editor de cristal”. Todo el proceso editorial debe ser compartido en la medida de lo posible con nuestros lectores. […]

  3.    Responder

    Hola Silvia,

    Me ha gustado mucho tu comentario, creo que es un buen resumen de la situación. Cuando comentas que el cliente del editor ha pasado a ser el lector das en el clavo. A esto es a lo que no están acostumbrados los editores. En el último Liber Santos Palazzi hablaba de pasar de ser «contenido-céntrico» a preocuparse por el lector en primer lugar.

    También como comentas los tiempos de transición son inciertos. ¿Cómo podemos medir que ese esfuerzo que se hace al conversar, esa tarea para conseguir visibildad en la red generará venta?. Es muy difícil pero los esfuerzos en comunicación y márketing anteriores, y estoy hablando de millones, eran aún menos medibles. Se mataban moscas a cañonazos con el márketing de interrupción clásico. Aunque no sepamos si vendemos por lo menos sí podemos constatar el «engagement», las opiniones de los lectores.

    Pero bueno como dices aún es pronto…pero el descenso de ventas brutal no nos dará mucho tiempo para tratar de ponernos al día. De nuevo el problema es si se volverá a las cifras de ventas de antes y parece que no, como decía el director de la UOC Lluís Pastor: http://librosensayo.com/entrevista-a-lluis-pastor/ a ver quien da con la fórmula para sobrevivir con el poco negocio que queda mientras todo se recupera y aprendemos a ver el negocio editorial con otros ojos, a ganar dinero de otra forma!

    Un saludo de nuevo y gracias por comentar 😉

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    Muy interesantes las cuestiones que planteas en este post, Antonio.

    Desde el punto de vista de mi experiencia, comentarte que quienes, desde dentro de las editoriales más importantes del país hemos tratado de cambiar algunos de los comportamientos más caducos, nos hemos encontrado mayormente con los muros impenetrables de «el presupuesto no es suficiente para hacer experimentos en internet. Sigamos con lo seguro, con lo de siempre».

    Para luego ver cómo desde las altas esferas de repente se sacaban de la manga contratos con agentes externos que ya tenían cierto recorrido digital, para así subirse al tren de la edición 2.0 tarde, a prisa, y a menudo sin la planificación necesaria. En ocasiones la suerte ha sonreído, y en otras ha sido un auténtico fiasco que ha acabado minando las ya de por sí menguadas arcas e incluso llevando a la dura senda de las reducciones de plantilla editorial.

    Los más adelantados ya hace más de 5 años avisamos que subirse al tren digital tarde podía suponer un gran batacazo, que sería demasiado arriesgado subirse tarde cuando este ya fuera a la velocidad del rayo, nos sentimos tan frustrados que la mayoría hemos puesto en marcha nuestros propios proyectos independientes, y luchamos espada en mano por la supervivencia en los tiempos más duros que el sector editorial español ha conocido (como habrás leído, en estos días se ha publicado la penosa estadística que confirma que en cifras el sector ha retrocedido una década).

    Por si fuera poco, el cambio de paradigma ha sido mucho más que radical, porque el cliente del editor ya no es el autor, ni el librero, ni la distribuidora, sino el lector. Ese que antes no era más que un número en los informes de ventas, ahora tiene no sólo voz sino voto, y un solo voto negativo, una sola opinión, puede hacer mucha «pupa» hoy día gracias a internet y las redes sociales.

    Pero esto es parte de una transición lenta, y aunque los lectores ya son más participativos, comentan, opinan, reseñan… nos queda mucho aún para llegar al nivel de los norteamericanos en cuanto a la influencia de las comunidades online en las ventas (sólo hay que ver la creciente pero aún pequeña cantidad de títulos en español en Goodreads).

    Considero que el lector español ha empezado a integrarse en las comunidades online empujado por la escasez económica, para evitar el dolor (como comentábamos el otro día) de gastarse 20 euros en un libro que pinta fantástico y tener de dejarlo en el primer capítulo por ser una auténtica basura. Por eso ya se habla en los blogs sobre edición del negocio de las recomendaciones de libros.

    Y aún a sabiendas de que estos que se gastan 20 euros en lectura al mes no son la mayoría ni mucho menos, porque la mayor parte se han pasado a la red para acceder al todo gratis pirata.

    El que sigue leyendo sí o sí, por dura que se ponga la economía, ha descubierto el filón de internet, y participa en la conversación, pero no compra, o compra muy poco.

    Como comentaba arriba David Lera, los adelantados aún somos una minoría. No somos suficientes como para que muchos editores arriesguen recursos que no les van a asegurar un ratio de conversiones decente. Y es muy bonito eso de crear comunidad, conversar con el lector, pero si no se traduce en ventas reales cuantficable…Houston, tenemos un problema!!

    Evidentemente, siempre hay valientes que emprenden contra viento y marea, que se reinventan a sí mismos aprovechando las crisis como oportunidades. Por eso pienso que debemos apoyarnos, hacer red entre nosotros, y tener paciencia.

    Todo va a cambiar, pero no lo hará de la noche a la mañana.

    Saludos

  5.    Responder

    ¡Hola de nuevo David!,

    No sabes cómo me alegra que mis reseñas muevan a lectores(¡y además libreros, ni más ni menos!)a leer los textos que analizo, que por supuesto considero buenos y potables. «Analítica web 2.0» parece un ladrillo pero no te dejes engañar, es más asequible de lo que aparenta y el autor hace relativamente ameno un asunto que podría ser de lo más árido.

    Bueno, reitero los ánimos. Ayer mismo en la tertulia post-presentación de librosensayo.com en Valencia alabábamos la labor de los libreros y comentábamos la necesidad de referentes como, por ejemplo, París-Valencia en la ciudad de Túria.

    Saludos 🙂

  6.    Responder

    Muchas gracias por tu respuesta, Antonio. Tu reseña sobre «El paradigma digital y sostenible» fue el acicate para que me metiera de hoz y coz con él. Lo leí con fruición. «Analítica Web 2.0» me lo apunto como futura lectura.

    Un saludo.

  7.    Responder

    Totalmente de acuerdo con tu comentario! se nota que te has empapado bien de «El paradigma digital y sostenible del libro».Yo di mi visión aquí mismo, en Ecos de Sumer: http://librosensayo.com/el-cambio-de-paradigma-vino-o-botella/
    La afirmación «tengo una comunidad luego edito» me parece crucial.Se me quedó grabada desde que la leí.

    En el segundo párrafo apuntas algunas ideas interesantes también. Creo que las editoriales ya caminan en esta dirección, al menos algunas. Sobre cómo cuantificar estos «impactos» sobre la venta directa creo que es difícil. Pero lo era mucho más cuando sólo teníamos el anuncio a media página en Babelia o los puntos de lectura promocionales, por poner dos ejemplos. La idea realmente pienso que es sencilla: todas las empresas editoriales deben «virar» para orientarse cada vez más, gracias a los datos, al lector. Eso sí, compatibilizando estas prácticas con el respeto a la privacidad. Todas estas ideas entorno a conceptos como el «Data mining» o la Analítica web aplicadas al mundo editorial las comentamos también aquí: http://librosensayo.com/ojo-al-dato-analitica-web-y-nuevos-modleos-corporativvos-orientados-al-cliente/

    Un saludo y mucho ánimo con vuestra labor en la libería Artemis. Creo que no se valora lo suficiente el papel de la librería y que en España no hay un plan claro para apoyarla. Este post de «futuros del libro» del gran Joaquín Rodríguez lo explica claramente: http://www.madrimasd.org/blogs/futurosdellibro/2013/09/23/135996

    ¡nos leemos!

  8.    Responder

    Está claro que las redes sociales deben ocupar un lugar en la cadena de valor de la industria editorial. Un lugar cada vez más preeminente. El discurso, pese a que algunos no lo quieran ver, ya no es unidireccional. En ‘El paradigma digital y sostenible del libro’, Manuel Gil y Joaquín Rodríguez esbozan un horizonte donde piden un cambio de pensamiento a ese mundo editorial que «aún sigue anclado en el viejo lema ‘tengo producto, busco clientes’. La Web 2.0 ha dado la vuelta a todo: el mercado es el de las audiencias y las conversaciones, y el lema ya es otro: ‘tengo clientes, busco producto’; o mejor dicho: ‘tengo una comunidad, luego edito'».

    Tu artículo y la filosofía de tu blog apuntan en esa dirección. Personalmente, la propuesta me parece atractiva y, quizás a largo plazo, inevitable; pero, ¿en qué tramo del camino nos encontramos? Aún en mantillas, diría yo. ¿Cuántas editoriales trabajan de ese modo? ¿Es posible cuantificar su efecto sobre la venta de libros? Mientras se mantenga en una especie de nebulosa dudo que un espectro muy amplio se sume. Y respecto a la experiencia que refieres como comprador: no es habitual que alguien esgrima la interacción con una editorial a través de redes sociales a la hora de elegir un libro, al menos en la librería donde trabajo. Los que tomáis en consideración este aspecto sois unos adelantados y una minoría. Como bien dices «queda mucho por hacer».