Imagínese que un día se despierta y se encuentra con que prácticamente todas las actividades que puede desarrollar fuera de su entorno familiar se han convertido en experiencias «de pago». Se estaria conformando lo que el autor de estas líneas llama la irrupción de la «era del acceso». En la economía hipercapitalista, comprar cosas en los mercados y tener propiedades son algo obsoleto, pues lo que se impone como norma es el acceso «puntual» a casi toda clase de servicios. A partir de todo esto, Rifkin afirma que la aventura capitalista, que comenzó con la mercantilización de bienes y la tenencia de propiedades, llega a su culminación con la mercantilización del tiempo y la experiencia humana. Y de ahí que Rifkin acabe advirtiéndonos que, cuando la economía absorbe a la cultura, sólo quedan los lazos económicos para mantener unida a la sociedad. La gran pregunta de nuestro tiempo, entonces, es si la civilización podrá sobrevivir cuando la esfera comercial quede como único árbitro de la vida humana.