LA PANTALLA GLOBAL, DE GILLES LIPOSETSKY Y JEAN SERROY

#VídeoReseña de «La pantalla global»

Jean, Gilles y sus pantallas: cine, espectáculo, vida

El primer libro que leí de Jean Serroy y Gilles Lipovestky fue «La cultura-mundo, respuesta a una sociedad desorientada». Me dejó impresionado. Su idea principal, que debemos «civilizar» las nuevas tecnologías para que sirvan, más allá del consumismo y el hedonismo, a la construcción de subjetividades y sociedades racionales y democráticas, se encuentra en la base más radical de la idea misma que llevó a la creación de librosensayo.com.

Gilles LipovetskyEl texto que hemos escogido este mes, «La pantalla global, cultura mediática y cine en la era hipermoderna» trata otro tema central, muy relacionado con el anterior. Hablaremos, ni más ni menos, de LA PANTALLA. Sí, esa pantalla en la que escribo ahora mismo, esa en la que lees tú ahora, esa que invade calles, estaciones, centros comerciales, colegios, plazas, bares…

a) Y en el principio fue en cine: el nacimiento de la pantalla como cosmos narrativo.

Cuando me acerqué hacia el libro-objeto, atraído sin duda por el reconocible color negro de la colección «Argumentos» de Anagrama, me llamó la atención el subtítulo. ¿Cine?, ¿de verdad era crucial el cine, la vieja y desfasada primera pantalla, para entender el postmodernista mundo multipantalla?. La respuesta era sí. Veamos por qué.

Su aparente simplicidad lo alejaba de las manifestaciones culturales de las élites pero en realidad escondía una nueva forma de explicar historia que necesitaba de nuevas técnicas narrativas. ¿Cómo fueron construyéndose estas innovadoras maneras de contar?. La sucesión de imágenes encadenadas se puso al servicio de la creación de mitos, que fueron esculpiendo los sueños y deseos de las masas. La pantalla de cine se volvió un espacio mágico. Los reflejos en aquella inmensa sala obscura dejan atónito al espectador, lo introducen en la historia con una intensidad nunca conocida. El cine subyuga, todo brilla. Para nosotros, espectadores postmodernos, poseedores de numerosas pantallas propias, es difícil experimentar aquella primera sensación de fascinación. Estamos tan hiperexpuestos desde hace tanto a la erótica de la imagen que es muy difícil sorprendernos ya.Sólo tomando como punto de partida el séptimo arte, nacido muy a finales del XIX, podemos comprender como han evolucionado las narrativas contenidas en todas las innumerables pantallas que hoy nos rodean. La aparición del cinematógrafo de nuestros abuelos significó el nacimiento de un arte nuevo. La vida en movimiento era mostrada ante nuestros ojos. La naciente cultura de masas abrazó muy pronto esta nueva forma de entretenimiento, que por su alto componente técnico y visual atraía con facilidad a todo tipo de ciudadanos.

Jean Serroy

La cultura como entretenimiento, la publicidad con sus ciclos acelerados de novedad-consumo-obsolescencia-novedad, se ven enormemente potenciadas por la capacidad del nuevo arte para producir imágenes gloriosas, siempre diferentes, cada vez más icónicas.

Lipovestky y Serroy, tras este despliege argumentario, alcanzan la idea principal que nos permite avanzar en la argumentación. Si bien el cine yo no es el el formato ganador, la pantalla imperante, ha transmitido su esencia a las demás pantallas. Muy en la línea de Guy Debord, opinan que la característica clave de los nuevos relatos es única: el espectáculo. Las epopeyas que se construyen mediante las técnicas cinematográficas tienen en común el «culto a los visual espectacularizado» (p. 25).

Espectadores

Como dice mi admirado Rifkin, este forma comprender la existencia se ha extendido a todas las áreas de lo humano: «every business is show business». La pantalla recoje el espectáculo y aquello que no esté contenido en una pantalla simplemente no existe.

b) De unipantalla a multipantalla: ¿cómo vida-pantalla pasó a ser toda cine?

Vivimos la vida en las pantallas, el individuo ve el mundo como si fuera cine. A través de los medios de comunicación conectamos con «las noticias», con aquello que pasa. Educados en las narrativas del celuloide, los políticos y los deportistas pasan por delante de nuestros ojos. Los juzgamos y comprendemos gracias a a los esquemas del «start system»: el feo, el bueno y el malo, el héroe. ¿Qué es un partido de fútbol o de tenis sino una película filmada con mil cámaras, con sus estrellas y su guión, con sus dramas y desenlaces?.

Las pantallas se han multiplicado: ordenadores de todo tipo, tablets, teléfonos listos con más superficie que la antigua radiola de la abuela. La pantalla, nos dicen los autores franceses, comienza a asociarse con variopintos adjetivos: estado-pantalla, ludo-pantalla, vigilo-pantalla. La pantallocracia es nuestro sistema político más consolidado.

ProyectorEl público es socializado en la cultural del placer del consumo, educado e informado en la pantalla. Nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo viven en ella. También nosotros, que no dejamos de tener lejos una en momento alguna y la tocamos compulsivamente en nuestro bolsillo y nos tranquilizamos al saber que podremos evadirnos consultando el último tuit. Ubicu-pantalla siempre está ahí.

Necesitamos consumir imágenes constantemente. Pero no nos conformamos con ver a los demás. Ahora también lo filmo todo yo mismo, lo fotografío constantemente. Construyo mi vida en imágenes y se la cuento a los demás. Yo soy la estrella de mi facebook y controlo mis fotos, mis vídeos, mis representaciones frente a los demás. «Broadcast yourself» es el lema de Youtube, el segundo buscador más grande del mundo (eso sí, propiedad del primero)

En definitiva yo soy la estrella. He interiorizado hasta tal punto las narrativas cinematográficas que las personifico, las encarno inconscientemente. El mundo, mi mundo, pasa a ser espectáculo, mise en scène. «Ser es ser percibido», que diría George Berkeley. La vida es, rotundamente, cine.

c) ¿Eso es todo amigos?: cultura libresca y existencia más allá de la pantalla. Otra pantalla es posible.

Aunque estas breves líneas son más bien cosecha personal, considero que Serroy y Lipovestky han desarrollado un «antídoto» a este mundo-pantalla en su libro mencionado, la cultura mundo.

Sala de cine Yo creo que no. La pantalla, «civilizada», es un instrumento pontentísmo al servicio de la sociedad. Concepto e imagen no tienen porque llevar a cabo una lucha a muerte. La cultura escrita, de la que forma parte el libro que estamos comentando en esta pantalla, puede, debe ayudarnos a leer y usar correctamente la pantalla, a contrarestar los efectos más perniciosos de la espectacularización.

Los mismo autores hablan del libro como aquello que permanece, como el pilar de nuestra civilización(p. 311). ¿En qué lugar queda el libro, digital o analógico, en cosmos-pantalla?. Difícil decirlo. Al menos textos como el que acabamos de comentar nos ayudan a entender el lenguaje de las pantallas, cuya potencialidad y efectos estamos lejos de conocer. Pensemos, para concluir, que librosensayo.com no existe. Es sólo una pantalla. Los libros que puedes ver, esta reseña, no son más que bitios que viven en la pantalla(pero, ¿es que un libro hecho únicamente de bitios no es un libro?). Tratemos de darle a todo este planeta-pantalla un uso constructivo en la medida de lo posible. ¡Buena lectura de «La pantalla global»!.

 

Gilles y Jean: los autores

Gilles Lipovetsky: es un sociólogo y filósofo parisino, profesor en la universidad de Grenoble y Jean Serroy es crítico de cine, especialista en literatura medieval y Molière y también enseña en la Universidad de Grenoble. Gilles tiene una entrada en wikipedia y de Jean es difícil encontrar cosas en castellano aunque algún detalle hemos hallado en Lecturalia y Anagrama.

Tanto ellos como sus obras, sin que conozca en detalle estas escuelas de pensamiento, me parece que entroncan con una tradición de análisis crítico del capitalismo en Francia con figuras como Guy Debord, Jean Baudrillard y Pierre Bourdieu.

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