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    idea21
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    Hola a todos!

     

    Disculpadme por no haber intervenido antes. El libro «Superficiales» me lo recomendaron con independencia de la buena elección que se ha hecho de él en este espacio.  Hace unas semanas lo incluí en mi blog de reseñas   http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/07/superficiales-2010-nicholas-carr.html

     

    Lógicamente, mis conclusiones no pueden ser muy diferentes a las vuestras. Como persona no muy ducha en Internet (me hago líos fenomenales y seguro que me estoy perdiendo un montón de cosas) a mí siempre me parecerá el punto de vista del señor Carr como un poco catastrofista, casi «ludita», pero  como señalé en  mi reseña, algunos de los datos que da son tan preocupantes que exige que se tomen en serio sus advertencias.

     

    Alejandro, por ejemplo, escribe «<span style=»color: #4d4d4d;»>sí creo que Carr cae en un pesimismo excesivo. Creo que estamos en medio de un cambio de paradigma. Algo que no se vivía desde la invención de la imprenta. «</span>

     

    Mi opinión personal es que las posibilidades de Internet todavía no se han aprovechado del todo. Personalmente, encuentro muy escaso el debate de ideas, a pesar de las ventajas que se dan para ello. Y a veces se me ocurre que no sería imposible crear una especie de «memorias colectivas», llenas de índices y pasadizos, que nos permitieran un auténtico enriquecimiento del pensamiento. Pero, por ejemplo, la wikipedia me emboba y me admira, y para quienes, como yo, tenemos problemas con los idiomas extranjeros, los diccionarios online son una maravilla. Tenemos la herramienta, pese a los riesgos que pueda suponer sobre todo para la juventud, pero sus posibilidades no están desarrolladas aún.

     

    En general, se considera que todo lo que facilita el intercambio de información humana (interactuación humana) tiene que ser forzosamente bueno. La gente, por ejemplo, puede burlarse de los «tabloids» de tan mala calidad que leen los británicos… pero la alternativa para mucha gente es o leer eso o no leer nada. Probablemente leer «The Sun» es mejor que leer el «Marca». ¿Y qué decir de los folletones de Dumas o Sue http://es.wikipedia.org/wiki/Follet%C3%ADn

     

    En todo caso, repito, que los datos que da el señor Carr son preocupantes, y que en el mundo hay hoy una supervisión del sistema educativo que presume de ser muy cuidadosa. Si hay efectos colaterales negativos en el uso de Internet (la disminución de la «lectura profunda») lo que conviene entonces es tomar contramedidas, pero no la supersticiosa negación…

    #7340
    idea21
    Participante

    Muchas gracias Eugenio por haberme presentado los textos que se indican en tu post, especialmente el de Guattari. Reconozco que no soy para nada un experto en el vocabulario de sociología, así que temo haberme perdido buena parte del contenido. Por otra parte, la temática, la época en que se escribió el texto, el origen francés y las referencias al “deseo” me han recordado un poco la sátira de “Las partículas elementales” (soy bastante houellebecquiano, qué le vamos a hacer). Con todo, me han interesado los conceptos de “semiotización” y “territorialización”.

    Creo haber entendido que el texto hace referencia a alternativas anticapitalistas autogestionarias, y en ese sentido quizá guardaría puntos de coincidencia con lo que César Rendueles escribe en su “Sociofobia”, tanto en lo de la ética del cuidado como en lo del anticapitalismo, aunque no he encontrado nada que me haga pensar en lo que “Sociofobia” dice de la “ética del compromiso” y la “conducta cooperativa reglada”. Pero no quiero hundirme en vaguedades que pueden tener como origen mi incomprensión del texto, tanto del de Rendueles como de éste.

    La autogestión solo puede resultar de un proceso continuo de experimentación colectiva que, al tiempo que toma las cosas siempre más adelante en el detalle de la vida y el respeto de las singularidades de deseo, no será por ello menos capaz de, poco a poco, asegurar “racionalmente” tareas esenciales de coordinación a los niveles sociales más amplios.

    A mi modo de ver, tal vez pueda explicarse mi problema (porque no puedo hablar más que de mí mismo…) en que yo ni estoy seguro de que las meras singularidades del deseo puedan coexistir en un mismo proyecto de cooperación humana, ni que tampoco podamos estar seguros de que nuestra concepción del deseo en el momento en que planificamos acciones con vistas al futuro vaya a coincidir con el deseo de quienes habrán de vivir en ese futuro.

    A ver si me explico: un niño inteligente de diez años puede experimentar deseo e incluso imaginar un proyecto de vida futura… pero también puede concebir que cuando tenga treinta años, aunque seguirá siendo él mismo, ya no serán los mismos sus deseos.

    De la misma forma, yo puedo saber que el capitalismo es malo porque es inmoral y contrario al ideal humano de extrema confianza y extrema cooperación. Se podría decir incluso que el capitalismo “no es cristiano”, que lo que es malo es malo, y no es mejorable. Aunque el capitalismo sea leve, igual que una gripe puede ser leve, no deja por ello de ser una enfermedad (pero una cosa es ver el capitalismo como algo «malo» y otra es verlo como una «maldición», dotado de una malignidad que es fruto de una intencionalidad a la que se le asigna un sentido dramático y protagonista, separado de un conjunto global de malignidades)

    Y a la hora de crear una alternativa anticapitalista, ¿estaría yo dispuesto a aceptar el cambio en mis propios deseos? Porque mi voluntad de ayudar a crear un “mundo mejor” es meramente abstracta… y no tengo en cuenta que las transformaciones sociales podrían ser de tal magnitud que probablemente no sobrevivirían muchas de las compensaciones de la vida cotidiana, de lo que hace hoy mi vida interesante, ilusionante y amena.

    Por ejemplo, ¿y si un mundo futuro paradisiaco implica la desaparición de la propiedad privada, la criminalidad, los ejércitos, el daño al medio ambiente, la sociedad de consumo, las supersticiones, las religiones, el estatus, la competitividad… pero también la desaparición del arte, la familia, el nacionalismo, los medios de comunicación, los bares y restaurantes, la misma idea del ocio, nuestros hábitos sexuales?

    Esto, en mi opinión, solo puede parecer fantástico para quien no tiene una visión antropológica correcta de la vida humana. Recuerdo el caso de un antropólogo que una vez mantuvo una relación amorosa con una mujer prehistórica (una “recolectora”… porque los “cazadores-recolectores” son solo los varones) a la que llevó al mundo moderno. Iban en el coche a un centro comercial y al ir a aparcar justo entonces apareció un policía y les dijo que ahí estaba prohibido y tenían que hacerlo en otro lugar que les indicó. La mujer quedó indignada por la falta de hombría de su acompañante, ¿cómo consintió que le ordenaran lo que tenía que hacer?, ¿por qué no se enfrentó al ofensor? Para un cazador-recolector ese tipo de incidentes son cruciales en su cultura, mucho más dependiente del instinto que la nuestra.

    Y fíjate que traigo esta anécdota a colación por esto que escribió Rendueles en su libro

    el igualitarismo profundo cree que ciertos niveles de desigualdad son aberrantes y nos impiden a todos llevar una vida buena, con independencia de la situación relativa de los que peor están o de nuestra propia situación personal.

    No sé si César Rendueles sabe (supongo que sí) que el igualitarismo es tan instintivo como el deseo de dominación masculina, la creencia en seres sobrenaturales, la agresividad o el miedo a las serpientes. Lo menciona el primatólogo Frans de Waal en su libro “La edad de la empatía”: los chimpancés también son igualitarios, son capaces incluso de matar si ven que uno de sus congéneres se privilegia aunque las necesidades de todos estén perfectamente cubiertas (es decir, aunque todos lleven “una vida buena”). De hecho, el “juego del ultimátum”, http://es.wikipedia.org/wiki/Juego_del_ultim%C3%A1tum  , demuestra cómo en ese sentido la actitud del ser humano es tan irracional como la del chimpancé. Y tan irracional como la actitud de la mujer prehistórica cuyos controles culturales a la agresividad son de un tipo diferente al nuestro (aunque no tan diferentes, por cierto, de los de un hampón, tipo Tony Soprano…).

    De forma que hoy, en pleno siglo XXI, creo que es ya la hora de plantearnos la idea de que un “mundo mejor” podría ser, en efecto, espectacularmente mejor en lo material si somos capaces de utilizar la tecnología de forma eficientemente cooperativa… pero que eso exigirá también aplicar una “tecnología psicológica” partiendo de la realidad de la naturaleza humana y no de la imagen distorsionada por nuestra cultura actual que hoy tenemos de ella.

    Yo sí creo en el Paraíso, pero no será un paraíso de la clase obrera ni de los ciudadanos modernos y estupendos de hoy… porque en el Paraíso solo pueden vivir ángeles. E igual que el hombre histórico ha tenido que acostumbrarse a vivir sin la dependencia de los instintos primarios del hombre prehistórico, y ha tenido que irse desprendiendo del honor, de la masculinidad, de la sujeción a las tradiciones mágicas y de los vínculos familiares compulsivos, también me parece que el ser humano “poshistórico” tendrá que desprenderse asimismo de valores que hoy nos parecen inmejorables como la libertad, la dignidad, la igualdad, la solidaridad y hasta la felicidad.

    ¿Quiere eso decir que serán esclavos, humillados, oprimidos, egoístas y desgraciados? No, desde luego, pero es posible que, en lugar de eso, sean devotos (y no libres), humildes (y no dignos), altruistas (y no igualitarios), misericordiosos (y no solidarios) y beatos (y no felices). Las diferencias psicológicas son enormes.

    Mi idea es que las transformaciones sociales no pueden disociarse de las transformaciones psicológicas. Y eso, reitero, no tiene que ver con “cambiar al ser humano”, porque no debemos dejar de ser “hobbesianos”: el homo sapiens no cambia (salvo que utilice la tecnología “transhumanista” en el lejano futuro), lo que sí cambia, y da frutos espectaculares, es el control cultural, el control del instinto, la percepción transformada de las relaciones con los semejantes mediante la interposición de filtros psicológicos: imágenes, símbolos, ideas, experiencias… ¿semiotización?

    Pero semejante transformación no será nunca política. La política (de izquierdas), a lo más, permite establecer en el mundo de hoy un proyecto de mundo futuro visto desde la perspectiva del mundo de hoy. Eso me parece que era el marxismo, y ya fracasó.

     

    #7303
    idea21
    Participante

    Por cierto, que según el paleantropólogo Ian Tattersall, es precisamente una evidencia arqueológica hallada en España la que nos da casi la certeza de que las pautas del comportamiento humano están mucho más cerca de la del chimpancé que la del bonobo (simio feliz, poco agresivo y que practica cierta igualdad sexual)

     

    http://es.wikipedia.org/wiki/Cueva_del_Sidr%C3%B3n

    http://terraeantiqvae.com/profiles/blog/show?id=2043782%3ABlogPost%3A90640&page=1

    Los restos de Neandertal son una familia completa que fue masacrada, despedazada y comida. Y, además, las hembras venían de fuera, lo que quiere decir que eran patriarcales o patrilocales (los chimpancés y los humanos somos de los pocos mamíferos en los cuales los machos permanecen en el grupo y las hembras son traidas de fuera, de grado o a la fuerza)

    Lógicamente, si los Homo Sapiens prevalecimos sobre los Neandertal, que eran físicamente más fuertes, es porque éramos todavía más agresivos que ellos (de hecho, no sabemos si quienes mataron a esta familia eran Homo Sapiens o Neandertales)

     

    #7302
    idea21
    Participante

    Muchas gracias a Eugenio por los textos que me señala. Veré de echarles un vistazo este fin de semana.

    #7290
    idea21
    Participante

    giramos en torno una tesis socioeconómica surgida de Aristóteles (“el hombre es un animal social”) que Marx amplía sin titubear (“que sólo puede individualizarse en sociedad”) y puede aplicarse para rechazar aquel liberalismo robinsoneano o el contrato social del -para mí- “socialdemócrata” Rousseau (no sé de qué lectura de Marx puede interpretarse que creyera en el mito rousseaniano…): porque los seres humanos han producido como un solo ente en sociedad todo lo necesario para su subsistencia, sin distinguirse individuos y por tanto sin ser -en origen- imprescindible un acuerdo para la convivencia, ni factible la independencia económica del resto de sus iguales. En estas sociedades primigenias, que comenzamos a conocer por la antropología a finales del siglo XIX, y que sintetiza Levi-Strauss en su célebre estudio de campo Tristes trópicos, no existen ni dominación masculina ni violencia política, ni hay un procedimiento depredador (no, al menos, mientras las mujeres logran mantener el grano alejado de los ávidos hombres). La necesidad de pactar, de elegir al Leviatán hobbesiano o de firmar el contrato social de Jean-Jacques -o construir el “laissez faire” para que el emprendedor independentista de Smith tenga vía libre hacia su socialización-, no tiene su origen en la entrega del individuo a manos de la sociedad (ya que él es posterior a ella, nace en ella), sino en la concreción de la propiedad privada, como lo demuestran los materiales compilados por Jacques Attali en su exhaustiva Historia de la propiedad.
    <div>Desgraciadamente, es imposible mantener una discusión si partimos de presupuestos tan contradictorios. La idea de que la conflictividad humana tiene su origen en la propiedad privada, una creación muy reciente de la civilización en el neolítico, me resulta tan inaceptable que no me queda más remedio que dejar la discusión en este punto. Desde luego, no creo que sea posible encontrar en ningún trabajo de antropología el menor indicio de esto, y mucho menos en «Tristes tópicos», donde se retrata a pueblos cazadores-recolectores que practican la violencia con regularidad y donde cuyos jefes disponen de las mujeres para su propio uso o para cederlas graciosamente a sus subalternos de acuerdo con determinadas reglas sociales. Y no sé si Marx hablaba de Rousseau en ninguna parte, lo que sí sé es que, según la teoría marxista, una vez destruido el estado burgués y abolida la propiedad privada de los medios de producción, la humanidad alcanzaría el paraíso en la Tierra bajo el nombre de «comunismo» (la novela «Chevengur», de Platonov, ironiza sobre esto), lo que equivale a creer en la naturaleza no conflictiva del hombre primitivo, lo cual es «rousseauniano». Vaya por delante que yo también creo en alcanzar el paraíso en la Tierra, pero eso tiene que hacerse mediante transformaciones culturales, y no mediante meras transformaciones políticas y económicas, como cree el marxismo.</div>
    <div></div>
    <div> los prisioneros del dilema pertenecen a una sociedad muy concreta que les ha construido tal como son. Una psicología instrumentalista -y dirigida- está excesivamente enfocada hacia la dominación, crear clichés en evz de esforzarse en estudiar y comprender la intersubjetividad existente, que creo que es la cuestión central de nuestro empeño en encontrar alternativas</div>
    <div></div>
    <div>  Está clara la postura marxista de que los seres humanos son transformados por el entorno económico, y que en consecuencia todo lo que hay que hacer es estudiar este asunto sin salirse del dogma. Esto no es científico, porque en ciencia no hay dogmas, lo que sí hay son hipótesis (¿es a lo que se refiere Eugenio por «cliché»?). Las espectaculares transformaciones económicas y políticas de los estados autoritarios autodenominados marxistas no lograron, sin embargo, cambiar al sujeto del «dilema del prisionero», cosa que ya sospechaba Freud en su época</div>
    <div></div>
    <div> <b>Los comunistas creen haber descubierto la redención del mal. (…) La propiedad privada de bienes concede a unos el poderío; y con ellos la tentación de abusar de los otros. (…) No me concierne la crítica económica pero puedo reconocer como vana ilusión su hipótesis psicológica. Nada se habrá modificado con ello en las diferencias de poderío y de influencia, que la agresividad aprovecha para sus propósitos. El instinto agresivo regía casi sin restricciones en épocas primitivas, cuando la propiedad era bien poca cosa. (…) Nos preguntamos, preocupados, qué harán los soviets una vez que hayan exterminado totalmente a los burgueses.</b></div>
    <div></div>
    <div>Muchas gracias también a Antonio por su participación</div>
    <div></div>
    <div> el trasfondo religioso es lo que permite crear comunidad…aunque en mi caso siempre propongo una religión laica y cívica, que es el republicanismo clásico.</div>
    <div></div>
    <div> Republicanismo y hasta neoconfucionismo era lo que mencionaba Edgar Morin en su libro reciente que he citado. No me parece mal porque va en el sentido de la educación y la propaganda de los valores cívicos. Quién sabe si es eso todo lo que hay que hacer: insistir en la «lluvia fina» del altruismo en una sociedad ilustrada. Ojalá las estadísticas sean fiables y las cosas vayan mejorando. Solo señalo que hay innovaciones que aún no se han intentado siquiera.</div>
    <div></div>
    <div>  Una encuesta reciente en España decía que los preocupados ciudadanos veían como el primer problema el desempleo y como segundo la corrupción. Es un error: la corrupción es el problema real, y todos los demás nacen de él. Miremos las sociedades donde hay menos corrupción (las estadísticas siempre señalan a los mismos) y ahí tendremos la respuesta a los demás problemas.</div>
    <div></div>
    <div>Creo que todos convenidos en que el problema de fondo es político; lo que falta es un “cemento social” que articule correctamente unas comunidades cada vez más complejas, hedonistas e hiperconectadas.</div>
    <div></div>
    <div>  Yo no creo que el problema de fondo sea político (estructuras de poder, economía), sino de transformación cultural</div>
    <div>Transformación cultural entendida como la invención y propagación de nuevas fórmulas cognitivas en lo social. Ejemplo: valores religiosos o incluso artísticos, pensemos en el papel que tuvo la novela epistolar en la «invención de los derechos humanos»  http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/09/la-invencion-de-los-derechos-humanos.html</div>
    <div></div>
    <div>  Muchas gracias por la atención prestada, y saludos.</div>
    <div> </div>
    <div></div>

    #7283
    idea21
    Participante

    Muchas gracias a Eugenio Navarro por su último post, que es muy denso y lleno de información.

    Naturalmente, a mí me interesan algunos aspectos en particular…

    «Mi argumentación gira contra ese empeño en que el “mejor ser humano posible” deba pasar por su transformación cognitiva, un nuevo ser humano, como si no hubieran existido épocas y lugares anteriores donde los humanos convivían en paz y armonía entre sí y con la naturaleza»
    «no podemos analizar -y comprender- este ensayo sosteniendo, como hace Idea21, que la dominación masculina, la violencia política o la propiedad, tienen “origen instintivo”, porque esto no es del todo cierto: son consecuencias históricas del desarrollo económico de la humanidad, tal como lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que hayan existido civilizaciones humanas donde no se daban esas tres “condiciones”
    Ciertamente, no podemos aceptar las ideas, no ya particularmente de “Sociofobia”, sino de marxismo alguno, partiendo de una idea “hobbesiana” de la naturaleza humana. Y ésta es para mí la cuestión central. Una característica del marxismo es creer en el mito “rousseaniano” y el de la “tabla rasa”

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/04/la-tabla-rasa-2002-steven-pinker.html
    Un buen ejemplo de ello

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/05/no-esta-en-los-genes-1984-lewontin-rose.html

    Pero el debate entre hobbesianos (los que creen que la naturaleza humana es conflictiva y requiere de controles culturales) y rouseaunianos (los que creen que la naturaleza humana es armoniosa y solo requiere la remoción de los obstáculos a la convivencia creados por determinados vicios civilizatorios más o menos recientes “aquel bienestar pacífico y popular del pasado, que no cree ni confía ya en este desmesurado -y denostado- progreso”) creo que está agotado, porque no hay rousseauniano que no incurra en contradicciones. Desde los más antiguos y queridos

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/01/el-origen-de-la-familia-de-la-propiedad.html

    A los más recientes

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/12/en-el-principio-era-el-sexo-2010-ryan-y.html

    Así, mientras Engels admite que antes de la propiedad privada la guerra reinaba entre las tribus y se hacía con la crueldad que distingue al ser humano del resto de los animales
    Ryan y Jethá, a pesar de su redescubrimiento de Lewis Henry Morgan y el estupendo chimpancé bonobo, también tienen que admitir que La codicia forma parte de la naturaleza humana.

    Y su idea de que «El hombre tiende a pelear cuando hay algo por lo que merece la pena hacerlo. Pero durante la mayor parte de la Prehistoria, no hubo excedentes de alimentos que ganar o perder, ni territorio base que defender». se contradice totalmente con la realidad, porque sin excedentes de alimentos y sin agricultura los pueblos primitivos también encuentran cosas por las que les “merece la pena” pelear. Los pueblos nómadas sí que conocen los derechos territoriales (los mejores lugares para cazar y pescar, por ejemplo) y, por encima de todo, se guerrea para robar mujeres o, simplemente, para obtener prestigio (la escalada “hobbesiana”: guerras disuasorias).

    De aquí que esté muy interesado en que Eugenio me comunique todo lo que sepa acerca de
    el hecho de que hayan existido civilizaciones humanas donde no se daban esas tres “condiciones”
    y
    «aquel bienestar pacífico y popular del pasado, que no cree ni confía ya en este desmesurado -y denostado- progreso»


    Por cierto que las «tres condiciones» son las que yo mencioné, un poco despreocupadamente, como características conflictivas del comportamiento humano

    dominación masculina, la violencia política o la propiedad

    Aunque podía haber añadido más, como la creencia en seres sobrenaturales, el grupalismo (que hoy se conoce generalmente como “nacionalismo”… pero que es conocido también los cazadores-recolectores bajo sus propias formas de hostilidad identitaria) y alguna otra de la que ahora no me acuerdo.

    Si esta discusión se limita a las cuestiones sociológicas y políticas, yo aquí me detengo, pero el libro de Rendueles aborda cuestiones de tipo psicológico como el altruismo, la empatía o el dilema del prisionero. Honradamente, a estas alturas no nos quedaría más remedio que abordar este tipo de temas, ya que, en mi opinión, necesitamos ideas nuevas.

    Una cosa buena del hartazgo actual de la política es que, a lo mejor, puede ayudar a que personas preocupadas por lo social comiencen a plantearse alternativas apolíticas.
    «Con todos mis respetos hacia lo expuesto por Idea21, personalmente me cuesta mucho asimilar un proyecto político construido sobre cualquier teoría de corte conductista»
    Bueno, pero es que yo no he hablado de nada de un “proyecto político”, sino de todo lo contrario, pues se trataría de una iniciativa opuesta a la organización del ser humano en roles políticos (leyes, coerción) y que se basaría en la reforma cultural mediante medios parecidos a los de la religión (invenciones cognitivas transmitidas mediante lenguaje simbólico, estrategias psicológicas, ideología, ética y motivación emocional).

    «Las teorías de Skinner sirven para explicar reacciones, pero no para inducirlas (no bajo utilidad científica; sí es posible bajo interés inconfesable…)»

    Las «teorías de Skinner», que yo presenté en la reseña que aparece en mi anterior post como “reducción al absurdo”, tienen el mismo inconveniente que las teorías de Marx: que se basan en una visión “científica” totalmente contingente en el cual los individuos no pueden participar porque carecen de los conocimientos científicos adecuados (el psicólogo, como el teórico marxista, ha alcanzado conocimientos superiores y, por lo tanto, solo él está cualificado para tomar decisiones). Lo peor de todo es que, como pasaba con el marxismo (y con la teología también, por supuesto), los mismos teóricos están enfrentados entre ellos (Freud contra Jung, Stalin contra Trotsky, Atanasio contra Arrio).

    Lo que nos ofrecen los teóricos que sí es de valor es la invención cognitiva. Toda religión (de origen teológico, político o cientificista) se basa en un lenguaje simbólico, que es uno de sus elementos esenciales. Los seres humanos somos animales simbólicos (los únicos del planeta) lo que quiere decir que transmitimos conceptos complejos mediante signos abstractos a los que asociamos un potente contenido intelectual y emocional.

    Así, cuando la religión cristiana inventa conceptos como “alma”, “pecado”, “salvación”, “misericordia”, “confesión” está abriendo mundos cognitivos. Marx y los suyos también inventaron otros: “lucha de clases”, “justicia social”, “nacionalización de los medios de producción”, “conciencia de clase”. La psicología nos puede aportar otros muchos muy útiles.

    Si yo digo, pongamos, que en lugar de política lo que necesitamos es construir “comunidades de santos”, nadie va a entender nada. Pero si yo hablo de “entorno humano de extrema confianza” entonces ya suena mucho mejor. Es más, puedo aportar conceptos relativamente recientes que podrían llegar a ser mucho más efectivos –y precisos- que el amor cristiano que predicaban Tolstoy y Gandhi, como “conducta prosocial”, “antiagresividad” o “superempatía”, todos ellos conceptos que nos prodigan los científicos sociales. Ésa es su gran aportación a la humanidad.

    En realidad, la ciencia sirve para esto, para crear conceptos que puedan permitir los cambios sociales. Los avances técnicos pueden servir para cualquier cosa: hierro para hacer azadas o espadas, física atómica para hallar la energía de fusión o para la guerra nuclear… Y lo mismo, por supuesto, se puede decir de la ciencia social: el Gulag se basaba en una ideología científica, y eso le permitía ser tan implacable; los nazis también decían basarse en la ciencia (no en la ciencia económica, sino en una supuesta teoría biológica de lucha de razas, y no lucha de clases). El lugar de la ciencia es crear invenciones cognitivas: el racionalismo aplicado a nuestra propia naturaleza (por eso no conviene negarla).

    , tampoco veo que el giro religioso que plantea Idea21 pueda servir para mejorar la sociedad, pues si bien es posible que distintos individuos que en su intimidad mantienen una relación religiosa con la naturaleza y pueden unirse en un proyecto común comprensivo y respetuoso y formar una comunidad sostenible, no veo manera de extender este sistema sin caer en el dirigismo, la manipulación y la coerción de unas conciencias sobre otras

    No entiendo mucho eso de “mantienen una relación religiosa con la naturaleza”, porque, de hecho, la religión es lo más antinatural que podemos concebir, pues supone reemplazar la evolución biológica por la evolución cultural (y poner una finalidad a la evolución, cuando en realidad la “evolución” natural no tiene finalidad alguna).

    La religión, como creo ya haber explicado, es una técnica de transformación cultural basada en una serie de elementos. La “religión pura” (o “destilada”, si la queremos llamar así) consistiría en transformar la sociedad de forma apolítica y, por tanto, lógicamente, sin coerción ni dirigismo porque entonces sería política (o una religión politizada, como han sido todas hasta ahora)… aunque sí con mucha “manipulación”, porque somos seres culturales y no podemos existir sin ser manipulados. En este momento, toda la humanidad está siendo manipulada por su entorno cultural, por todo lo que leemos, vemos, comprendemos. No existe nada tan fantástico como el ser humano natural (no hay “tabla rasa”). Desde niños se nos condiciona para ser competitivos, agresivos, que tratemos de obtener estatus y éxito social y que seamos obedientes a las tendencias culturales en boga, etc, etc. La única libertad que como seres humanos podemos tener es elegir, en la medida en que podamos, nuestra propia “manipulación”, igual que –nunca deja de venir bien el ejemplo-, el alcohólico que elige ir a terapia en lugar de seguir siendo un borracho “libre”.

    Sé que me enfrento a muchas resistencias irracionales cuando traigo a colación ideas nuevas. La inmensa mayoría de la gente, incluso algunos muy leídos, no saben lo que es “religión” (lo confunden con sobrenaturalismo) y muchos tampoco saben lo que es “política” (lo confunden con cambio cultural o vida social).

    En cambio, expresiones como “ética del cuidado” o “estructuras de acogida” son lo suficientemente vagas y ambiguas como para que cualquiera pueda aceptarlas sin preocuparse mucho (me hacen pensar en Savater y su “ética de amor propio” o lo que comenté de Edgar Morin de una “gobernanza confederal para una sociedad-mundo en formación”)

    De esa forma muchas personas pueden hacerse la ilusión de que están “haciendo algo” y disimular que se trata de lo mismo de siempre. El izquierdismo, por lo demás, sigue dependiendo para su vida emocional (y su acción) de comportamientos de grupo –gregarios- irracionales, como la adhesión a la dictadura de Cuba o la anocracia de Venezuela (o al terrorismo), el nacionalismo (el independentismo catalán, por ejemplo) y en los países musulmanes el fundamentalismo teocrático. Formas de catarsis y, desde luego, imágenes de coerción, totalitarismo y violencia (cómo alcanzar la catarsis, si no).

    En realidad, si el objetivo humanista es alcanzar una cultura más avanzada –“progreso”, por supuesto- que nos garantice “relaciones de extrema confianza y plena cooperación”, el camino más lógico es alcanzar fórmulas cognitivas más evidentes y efectivas. Para que sean evidentes y efectivas deben darse a conocer y esto solo se consigue mediante realizaciones humanas efectivas. De ahí el ejemplo del monasticismo que, por supuesto, no está dirigido a las masas, sino a individuos que se autoseleccionen para someterse a condicionamientos de la conducta capaces de generar pautas éticas estables. Fue así como surgió el humanismo. Los condicionamientos a los que se sometan se seleccionarían a su vez mediante “prueba y error”, y podrían ser de la escuela conductista, como de la escuela cognitivo-conductual o del “movimiento de los doce pasos”, o de los trucos de Dale Carnegie, o de una lectura atea del Evangelio o del budismo, eso es lo de menos. El objetivo ideológico es diáfano, pero lo que mueve cualquier cambio cultural son las motivaciones personal-afectivas. En un mundo no político, todo es personal (igual que los amantes de la política gustan de decir que “lo personal no les interesa”), donde se une lo social y lo personal, ahí entra lo psicológico, en la ciencia, y lo religioso, en lo cultural.

    Crear “comunidades de santos” o “Centros de Alto Rendimiento de la Conducta” podría cambiar el mundo. Pero primero las ideas tienen que nacer, existir como tales. Si el mismo Marx hablaba de que las clases oprimidas llevaban existiendo miles de años y solo modernamente habían cobrado “conciencia de clase”, ¿durante cuánto tiempo más tendremos que esperar que la humanidad actual cobre conciencia de que desear vivir en un mundo mejor consiste en producir comportamientos humanos mejores?

    La forma exacta que tomaría esto no se puede saber hoy, pero el mero hecho de que ni siquiera se esté planteando, de que quede una idea nueva por llevar a cabo, en pleno siglo XXI ya debería parecer sospechoso.

    Alguien me dijo una vez que una conducta social no conflictiva (de extrema confianza y de plena cooperación) solo es posible mediante el desarrollo de una sociedad radicalmente pacifista y no violenta que asuma los sacrificios inevitables d su indefensión (que, lógicamente, nunca serían sacrificios mayores que los que soportan quienes creen en ideologías políticas, como los izquierdistas) y que eso ya lo intentaron Tolstoy y Gandhi, ya citados. Adonde podría haber llegado el movimiento tolstoiano de haber seguido existiendo, no se puede saber, pues podía haber corregido sus errores con el tiempo (que eran muchos: tradición cristiana, reglamentarismo irracional, sobrenaturalismo más o menos vago), pero a la muerte del anciano novelista los tolstoianos se pasaron en masa al marxismo y todo se acabó casi antes de empezar. En cuanto a Gandhi, era irracionalista en tanto sobrenaturalista (creía en todos los dioses posibles) y nacionalista. Por lo tanto, la «religión pura» aún no ha llegado siquiera a plantearse.

    Pero lugar contra las tradiciones y el poder emocional que ejercen sobre las personas socialmente concienciadas es, desde luego, luchar contra gigantes…

    La gente solo cree en lo que ve, incluso aunque lo ve contradiga diariamente sus propias creencias.

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/12/pensadores-temerarios-2001-mark-lilla.html

     

     

    #7274
    idea21
    Participante

    Muchas gracias, José Luis, por tu respuesta. Entiendo que hoy en día muchas personas quieren participar en la mejora de su entorno y que por eso tienen que depender de los caminos ya conocidos, y que la especulación sobre caminos nuevos tiene que forzosamente hallarse alejada de las posibilidades de acción.

    «Identificar política, ley y violencia no me parece adecuado. Cuando yo hablo de política insisto en diferenciarla de la acción de gobierno. La ley y la violencia pertenecen de lleno a las relaciones verticales propias de la esfera de gobierno. En cambio, la actividad política se caracteriza por la igualdad o, como se diría hoy en día, por la horizontalidad»

    Considerar «política» solo a las relaciones de «igualdad» supone excluir de la política a todo lo referente a la lucha por el poder (el de promulgar y hacer cumplir las leyes). Eso nos da una definición de política muy discutida.

    «Yo no creo que sea posible cambiar el sistema como un todo. En cambio, creo que uniéndome a otros –políticamente- podríamos llegar a constituir un espacio y a tramar una serie de estructuras de acogida más o menos al margen del sistema. Sólo aspiro a eso. En este sentido, la iniciativa política consiste en una pequeña secesión, local, que vincula a unos pocos. Efectivamente, esto se puede parecer a una secta o una mafia y, con toda seguridad, podría acabar convirtiéndose en una religión o en un estado. Son los riesgos de la acción»

    Quizá lo más valioso de este tipo de acciones de tipo social -o político- sería que ayudaría a conformar un cambio cultural. El otro día reseñé en mi blog un libro que hablaba de estas cosas, que sin duda conocerás (u otros parecidos)

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/01/la-via-2011-edgar-morin.html#comment-form

    Habría que definir con exactitud que entendemos por esas «estructuras de acogida» y qué efectos y qué caminos de participación abren. Porque si conceptos a los que se da una importancia tan grande quedan mal definidos, las posibilidades de la acción se diluyen. Actuar «políticamente» dentro de «estructuras de acogida» y, además, sin participar en la lucha por el poder político -Gobierno, ley. capacidad de coaccionar a los infractores- da la impresión que representa una modesta capacidad de influir en un cambio cultural. Supongo que te estás refiriendo a «organizaciones no gubernamentales», «grupos de presión» reivindicativos y cosas por el estilo. Pero incluso para que funcionen como «religión», «secta» o incluso «mafia» (aunque la mafia se caracteriza por la coacción violenta: la mafia no es más que un sistema de gobierno primitivo) requeriría de una ideología.

    «¿Cómo podría ser la humanidad una yuxtaposición de seres sin roles, sin rasgos diferenciales, sin posiciones relativas, sin intereses, sin responsabilidades –hacia los demás, hacia el mundo, hacia sí mismos…? »

    Precisamente, lo interesante de una humanidad sin roles sería que los rasgos diferenciales no vendrían dados por la estructura social dada (que nos hace uniformes dentro de cada rol) sino por la privacidad psicológica, y las responsabilidades no serían las asignadas por el rol, sino las que derivan de la propia ética privada. El ejemplo clásico son las relaciones familiares de tipo afectivo y no jerárquicas (amor conyugal, hermandad, etc), es decir, un viejo ideal humano. ¿Que no es realista? Bueno, para un hombre del siglo XVII tampoco podía ser realista el sufragio universal, la igualdad entre el hombre y la mujer, o el fin de la esclavitud de los africanos.

    «Sin tradición no existiría cultura y cada generación debería descubrir el fuego y la rueda.»

    Pero la tradición es el pasado, y no hay por qué rendirle culto. La tradición es útil porque nos ha transmitido innovaciones cognitivas… pero estas mismas innovaciones hacen prescindible la tradición. Además, de las tradiciones heredadas nos llegan innovaciones positivas y otras siguen siendo auténticos lastres. Muchas de las tradiciones, por lo demás, tienen un origen instintivo, como es el caso de la dominación masculina, la violencia política, el nacionalismo (o grupalismo) o la propiedad privada (de los medios de producción… solo a partir de cuando tales medios llegaron a existir).

    Si creemos en el humanismo (y hay quien no cree) tenemos que entender que el ideal es crear un entorno humano de extrema confianza donde ya no tengamos que depender ni de las estructuras políticas ni de las tradiciones, y solo de nuestra propia racionalidad… La racionalidad debe incluir también organizar un control racional a nuestros instintos irracionales (esto es, fundamentalmente, la función de la «cultura»). Por eso hago la comparación con «ir a terapia»: un matrimonio desgraciado puede tener la idea racional de asumir su incapacidad para asumir el control de sus instintos irracionales (posesivos, agresivos, egoístas)… y entonces acude a algún tipo de iniciativa de ayuda. Los alcohólicos lo hacen en los «Alcohólicos anónimos». Pero nadie lo hace en lo que tú probablemente llamas «política»: es decir, las iniciativas para mejorar nuestras relaciones sociales. La tradición ha utilizado la religión para muchas de estas funciones, pero, como toda tradición, no es totalmente racional. El socialismo, de vez en cuando, y muy demagógicamente, ha gustado de hablar de «cambiar la vida» o «crear un hombre nuevo», pero nunca ha profundizado en la importancia de cambiar realmente el mundo emocional del individuo como la religión lo ha hecho.

    Un ejemplo que puede servir de lo que digo, un poco como reducción al absurdo, fue la propuesta que hizo el famoso psicólogo conductista Skinner

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/12/mas-alla-de-la-libertad-y-la-dignidad.html

    Si en lugar de plantearnos «cambiar al individuo» para «cambiar el mundo» (el individuo, como medio para un fin), os preocupáramos por «cambiar al individuo» directamente, el cambio del mundo vendría dado como consecuencia inevitable. Tú me dirás que nadie ya cree en cambiar nada, si acaso por mejorar algunos cuantos detalles (en «Sociofobia» se escribe de eso, y a mí me parece una contradicción) para que haya un poquito de más igualdad y meos abusos, etc. Pero la insatisfacción del «idealista» puede tener valor «evolutivo». Es decir, y éste es mi ejemplo favorito, cuando Norbert Elias habla del «proceso de civilización» se refiere a unos cambios de conducta en las élites de la Edad Media (la «caballerosidad»: aquello que volvió loco a Quijote un par de siglos después) que acaban afectando a toda la sociedad. Puesto que Elias era marxista quiere atribuir este cambio a una serie de trastornos económicos, pero se le escapa que las reglas de control del comportamiento de los caballeros medievales están influidas por la Iglesia. En realidad, los códigos de caballería y urbanidad que se empiezan a difundir en la Alta Edad Media han sido precedidos en más de mil años por las reglas monásticas.

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/03/el-proceso-de-civilizacion-1936-norbert.html

    En los monasterios se reunían una serie de personas que voluntariamente eran sometidas a técnicas de control de la conducta con miras a un ideal: vivir «como ángeles en el cielo», de acuerdo con la tradición mítica cristiana. Podemos considerar a los monasterios como «Centros de Alto Rendimiento de la Conducta» donde en lugar de aprender a dejar e fumar o beber alcohol, se aprendía a vivir según un alto ideal ético. Para alcanzar el resultado buscado se utilizaban una serie de reglas y estrategias psicológicas (oración, silencio, trabajo, abstinencia, mortificación…). Hoy nos podrá parecer una solemne idiotez, pero si la sociedad mantenía a los monasterios era porque extraía de ellos una guía moral que acabó repercutiendo en toda la sociedad. Sin este esfuerzo concentrado de autoperfeccionamiento nunca se hubieran dado los cambios del «proceso civilizatorio» entre las clases altas de la Edad Media a los que se refiere el señor Elias. El problema, siempre, era el control de la violencia.

    Por supuesto, los monasterios no los inventaron los cristianos, sino los budistas, y también fueron los budistas quienes inventaron las «religiones compasivas» a las que debemos el progreso ético. Hay que observar que se trata de cambios que llevaron siglos de tradiciones, traumas, imperfecciones y pasos hacia delante y hacia atrás. La evolución, ni la biológica ni la de las culturas, nunca es un proceso fácil.

    Ahora lo que nos faltaría sería la creación de «Centros de Alto Rendimiento de la Conducta» totalmente racionales y despegados de las tradiciones. Eso no se está haciendo en ninguna parte. Lo sé porque Peter Singer tuvo la amabilidad de responder  a una consulta mía en este sentido y me dio una respuesta negativa. Dudo que él no estuviera informado al respecto de ser de otra manera. También me comentó que él no simpatizaría con una iniciativa de ese tipo porque supondría el aislamiento de los actuantes con respecto de los problemas sociales: lo mismo decía mucha gente hace mil años sobre las instituciones monásticas (¡pero si no hacen nada!). Solo hoy contamos con la perspectiva suficiente para comprender que los cambios cognitivos no se producen con facilidad, que no basta con el voluntarismo ni con el buenismo.

    Y tampoco se producen espontáneamente.

    Para quien esté interesado en «actuar» ahora, sin duda, solo podrá elegir los caminos que ya existen. Pero este espacio de Internet, al menos, está abierto a la especulación que es previa a la acción…

    Muchas gracias por vuestra atención.

     

     

     

     

     

     

    #7252
    idea21
    Participante

    Hola a todos!

    Me he presentado hace poco en este espacio, que he conocido precisamente por una lectura de «Sociofobia» que he incluido en un blog que uso, principalmente, para mi propio aprovechamiento.

    La reseña sobre «Sociofobia» que he incluido la semana pasada es bastante extensa y, además, no se centra en el asunto de las nuevas tecnologías, sino que me he interesado sobre todo por las nuevas iniciativas anticapitalistas que Rendueles explica. http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/02/sociofobia-2013-cesar-rendueles.html#comment-form

    Digamos que por eso me ha interesado en este hilo sobre todo el último comentario de José Luis.

    «Propongo pensar en la acción política como el conjunto de iniciativas dirigidas a dar forma, constituir, proteger, transformar algunos aspectos de las estructuras de acogida. Lo interesante de la acción política es que ella misma se puede considerar como una estructura de acogida. Es probable, incluso, que actuar políticamente junto a otros sea uno de los modos en que los seres humanos pueden dotar de sentido a sus vidas. »

    Confieso que mi propia idea de «política» tiene más que ver con formas de coerción: promulgar y hacer cumplir las leyes (tanto da que sean las leyes de la Unión Europea como que se trate de las que impone la Camorra en Nápoles), pero aunque lo reduzcamos al término más amable de «sociabilidad», lo que me interesaba sobre todo en el libro de Rendueles era lo que tenía que ver con la «ética del cuidado». Desde luego, no simpatizo mucho con el «retorno de la tradición»

    «Actuar políticamente sólo tiene sentido desde la condición de ser humano completo, concreto y localizado. Es decir, implica no dejar de ser padre/madre, hombre/mujer, trabajador/a… Carece de sentido “dedicarse a la política” porque la política carece de contenido. La política es una forma particular de articularse con otros para hacer frente a la contingencia. »

    A mi modo de ver, esto no es acertado, porque el objetivo del progreso social (acabo de leer un libro, por cierto, que dice que «progreso» es una idea supersticiosa…) debería ser encontrar una correspondencia entre la vida pública y la vida privada, o, mejor aún, que no haya diferencia entre ambas. En ese sentido, el objetivo es que desaparezcan los roles sociales y la humanidad sea una mera suma de individuos (obviamente, no conflictivos, ya que es la conflictividad la que nos exige organizarnos en estructuras y sus correspondientes roles).

    A mi modo de ver, la única salida es promover cambios culturales mediante mecanismos «religiosos», es decir: la política cambia la cultura mediante cambios de tipo legal (coerción) y la religión cambia la cultura mediante invenciones de tipo simbólico (psicológico). Política y religión siempre han ido unidos (de ahí la mención de Rendueles, en su libro, al «hombre bueno» del marxismo), por lo que el ideal sería, entonces, el hallazgo de la «religión pura»… una idea que yo encontré en un libro tan antiguo y tan bonito como este   http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/03/vida-de-jesus-1863-ernest-renan.html#comment-form obra de un erudito que era también un ex sacerdote convertido en ateo

    Entiendo que este tipo de ideas pueden parecer extravagantes a primera vista, pero en tiempos recientes se han llevado a cabo investigaciones serias acerca de los mecanismos psicológicos de la religión, que son, al fin y al cabo, los mismos que nos dicen por qué fracasó el proyecto del «hombre nuevo» marxista y cuáles han sido las corrientes de pensamiento que nos han llevado hasta los cambios culturales recientes.

    Obviamente, las nuevas tecnologías no van a ayudar ni a dificultar pasos que vayan a darse a este respecto, no más en la medida en que el surgimiento de los periódicos o la televisión. Es lógico, por lo demás, que la gente siga pensando que las transformaciones de tipo político (sea hacer política a través de los parlamentos, los grupos de presión callejeros o mediante la insurrección armada…) tienen que seguir siendo el principal instrumento de cambio social. Una idea contraria me parece a mí demasiado nueva, pero, al menos, me interesa que se discuta un poco el asunto porque cuando se escribe sobre la «ética del cuidado» o sobre «estructuras de acogida» me parece que estamos vislumbrando los límites que para los cambios en la sociabilidad tienen los sistemas tradicionales de participación.

    Es decir: queremos cambiarnos a nosotros mismos para vivir mejor en sociedad (es decir, para confiar más en nuestros semejantes y, en consecuencia, cooperar más eficazmente) pero ya sabemos que eso no puede depender más de un cambio en el poder político y menos todavía en el voluntarismo. Sin embargo, cuando queremos mejorarnos a  nosotros mismos muchas veces vamos a terapia de pareja para mejorar nuestra relación, o a terapia para adelgazar o dejar de fumar… ¿A nadie se le ha ocurrido que ese tipo de «terapias» masivas es a lo que se dedican las religiones, solo que de forma irracionalmente tradicional? De hecho, todavía hoy cualquier conversión religiosa (por extrema o extravagante que sea) es siempre más efectiva para convertir en inocuo a un criminal violento que toda la legislación penal, penitenciaria y los sofisticados tratamientos de «reinserción»…

    ¿No valdría la pena pensar mucho en ello? La «ética del cuidado» que promueve Rendueles en «Sociofobia» me ha parecido entender que dependería de meras «relaciones de compromiso» y yo sigo sin entender cómo estas relaciones no iban a ser totalmente arbitrarias y contingentes al carecer de una base psicológica (cultural)

    Aquí me cito a mí mismo y cierro ya porque temo que algunos puedan pensar que me estoy saliendo del tema central del libro «Sociofobia»:

    «Es del mayor interés subrayar que la religión puede ser apolítica (tanto como puede ser atea), y que, con seguridad, la única religión futura que podría cumplir la esperanza socialista del “<b>hombre nuevo</b>” (no cambiando la estructura antropológica del individuo, sino manipulándola de forma racional y eficiente) tendría que ser de tipo racional, e independiente de las coacciones políticas (es decir, de las coerciones físicas de tipo legal –y penal- que son las que caracterizan “lo político”). Entre los efectos de este cambio cultural se encontrarían también, por supuesto, las “<b>relaciones de compromiso</b>” o normas cívicas propias de la “<b>conducta instrumental</b>”, menos dependientes de la motivación (algo que recuerda al “Proceso de civilización” que describe Norbert Elías en su libro). Se trataría entonces de encontrar la “religión pura” (“pura”, en tanto que sin implicaciones políticas) capaz de servir de herramienta psicológica para el cambio cultural profundo. ¿No sería ésa quizá la auténtica alternativa al conformismo con el capitalismo y a la “<b>sociofobia</b>”?, ¿y no podría ser ése un proyecto ilusionante para las nuevas generaciones de jóvenes idealistas, que nunca faltan?

      Una reforma cultural en el sentido de la “religión pura” permitiría resolver el problema de la motivación para el altruismo también  en el sentido que el autor de “Sociofobia” parece identificar erróneamente con una visión incompleta del “<b>dilema del prisionero</b>”

    http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/02/sociofobia-2013-cesar-rendueles.html#comment-form

    Muchas gracias por vuestra atención

    #7251
    idea21
    Participante

    Gracias por la buena acogida, y disculpadme si soy un poco lento en responder y participar, pero tengo ciertos problemas con el Internet

    AA la pregunta de cómo os conocí, fue el mismo señor Rendueles el que me recomendó a vosotros, porque le envié mi reseña sobre «Sociofobia» y le pregunté también si conocía algún sitio más o menos por el estilo de este mismo…

     

    Creo que fue muy amable al darme el link…

    .

     

     

    #7218
    idea21
    Participante

    Hola, soy idea21, y espero no llegar demasiado tarde para presentarme, porque acabo de enterarme de la existencia de este espacio.

    Soy un aficionado a la lectura de ensayos, lo podéis ver en el blog que comencé hace un año http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/   Cualquier sugerencia relacionada con libros de este tipo, yo la agradecería mucho.

    Todavía no tengo mucha idea de qué podría aportar en este espacio, lo estoy explorando un poco. Por cierto, si alguien conoce alguna web de debate e intercambio de sugerencias e ideas en inglés, estaría encantado de que me lo comunicárais. No soy precisamente ducho en el medio de Internet. También me interesan algunos aspectos de la historia. Y, como mucha gente, soy novelista aficionado.

    Muchas gracias por vuestra atención.   😀

     

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