Interesantísimo debate el que se ha montado, leerlo todo ha valido la pena ; )
Veo que la discusión ha tomado un tinte político y social, pero como primera intervención voy optar por presentar mi humilde opinión sobre el tema de Big Data. Desde la filosofía, y como decía Antonio, es desde luego imposible renunciar a buscar el porqué, además no parece sano (defecto profesional) crear una sociedad que en veloz ritmo – y con la poca memoria que caracteriza esta marcha – , esté ademas solo mirando un futuro, obsesionado por controlarlo. <span style=»font-size: 13px; line-height: 19px;»>Parece que le presente vaya a perder el poco valor que le queda y al final la vida se vaya a transformar en una aspiración. Esto es una perspectiva individual de la sociedad, pero políticamente también puede tener unas muy perniciosas consecuencias.</span>
<span style=»font-size: 13px; line-height: 19px;»> Al margen de esto todo el tema de las previsiones basadas en datos me parece no puede aspirar una perfección razonable y que pretenderlo roza un cientificismo utópico. Está claro que hay que aprender a utilizar las herramientas que nacen con la tecnología, y que con el tiempo se legislan y perfeccionan muchas cosas, sin embargo, como siempre, el mayor esfuerzo debe ser en la educación de los usuarios, igual que el descenso de las muertes en accidente de tráfico tienen a su mejor aliado en la prudencia fruto de la educación vial, el poder pernicioso de estrategias derivadas de datos tratados depende de la prudencia con la que el usuario utilice las herramientas telemáticas, prudencia que será además aquella que de legitimidad para los buenos usos, de increíble potencial, que por supuesto también tiene; sin embargo para la potencialidad positiva del big data veo un gran pega derivada de ese mal uso de herramientas como las redes sociales, que hay mucha «falsedad», entiendo que al tratar los datos se discriminan muchas cosas pero no alcanzo a ver de que manera se puede limitar con cierto rigor la exactitud de los datos recogidos en estos ámbitos. </span>
Respecto al tema político, creo que las herramientas como twitter u otras redes son realmente impredecibles, hasta el control o el uso de esta herramienta para contener revoluciones puede provocar muchas reacciones inesperadas: creo sinceramente que no se está acrecentando el control social por esta vía, solo cambia de forma, pero las posibilidades revolucionarias se mantienen, y la capacidad de anticipación contra-revolucionaria disminuye ante el desconocimiento de un medio que cambia a gran velocidad, y cuyo cambio tampoco puede ser controlado al 100%, nada mas lejos (Por esto coincido con Eugenio-Navarro en que es muy difícil que realmente pueda cristalizar una verdadera amenaza para la libertad a gracias a la utilización de estos datos).
Aquí al final el empoderamiento democrático vendrá, creo, del mismo sitio al que , como señalaba Jose Luis, se va trasladando también el control: el mercado y el consumo. Un ciudadano, para serlo de verdad en todo su significado político va a tener, además de votar e implicarse en la esfera tradicionalmente llamada política, hacer política con su consumo, ejercer su poder como consumidor, y con el tiempo, quizá el momento ya ha llegado, como internauta. Tengo pensada hacer una entrada en el blog sobre esta cuestión (la continuación a la de «Socialdemocracia»), refinada de la siguiente manera: la educación en la ética empresarial como única manera de hacer que los profesionales sobre los que mañana descansará el tejido productivo y el mercado asuman una responsabilidad social que ahora se ha evaporado como contrapartida a una tradición en la que los estados eran los «padres malos».
Con algo de retraso procedo a presentarme, no sin antes felicitar de nuevo a la web por sus excelentes contenidos – impresionantes las últimas entrevistas (y conocía el bibliocafé 😉 ) -.
Soy Alberto, araño los últimos créditos de la Licenciatura en Filosofía en la UV mientras escribo pensamiento y literatura en el blog Humo de Lector . Tengo un interés especial en la edición, especialmente digital, fruto del cual traté de arrancar un proyecto editorial que por el momento está en stand-by, puede que para siempre .
Tengo también un perfil híbrido ya que inicialmente estudié CFGS en Informática y Telecomunicaciones, y profesionalmente, por ahora, me dedico a la informática, los últimos 5 años como Técnico de Software para en la UV. Lo cierto es que esta formación relativamente básica en TIC me ha abierto las puertas a una mejor comprensión y reflexión de lo que la revolución tecnológica implica para la cultura, y me ha facilitado adentrarme en la producción editorial digital.
Podría decir que adoro el ensayo, pero realmente lo que me encanta es leer y pensar, por lo que leo ensayo y literatura a partes desiguales, gana la literatura, con el objetivo de encontrar buenas ideas.
Saludos de nuevo,
disculpa la tardanza en contestar. Respecto a la cuestión de los «best-sellers por sorpresa» editados con una intención cultural, creo que podríamos incluir «La conjura de los necios» por ejemplo, una apuesta total por parte del editor, asumiendo todo el riesgo sobre su propio criterio, aunque claro está, este caso puede resultar demasiado particular para generalizar. Quizá se podría decir algo parecido de aquel primer libro de Zafón, que en principio se presentaba como un libro de intriga más, sin pretensión alguna de iniciar una saga o ser un superventas. Del libro podemos decir que es mejor o peor, pero no que es copia o que se edita buscando el pelotazo.
No sabía de las «50 Sombras de Aurelio» pero creo como tu que si es una parodia algo rica puede, en efecto, ser una grata lectura. No hay mas que ver por ejemplo el gran triunfo de las novelas de Pratchett ambientadas en el Mundo Disco, donde además de su riqueza natural y propia, el giro que da a la literatura fantástica y épica, claramente referenciada, hace las delicias de cualquier lector.
Mi proyecto editorial ha echado el cierre, no se si algún día se recuperará pero ya ando buscando nuevos proyectos, te mantendré informado. Ahora voy a darme un paseo por Ecos de Summer que hay por lo menos un par de artículos que no he leído ; ) Aunque es posible que antes me pase por la sección de entrevistas de la casa, que gran trabajo estas/ais haciendo.
Interesante debate.
Es difícil responder a estas preguntas de manera unívoca, y desde luego cualquier generalización sería injusta. Quizá ni siquiera se pueda distinguir de editor a editor pues, imagino, sucede que en ocasiones el mismo editor puede perseguir diferentes objetivos al editar dos obras, simplemente porque intenta mantener un equilibro necesario entre la calidad y la viabilidad del negocio – la realidad del sector-. Si que es innegable sin embargo que los grandes grupos normalmente supeditan el aspecto cultural al del negocio, y aunque lo incluyen con esmero delegado, normalmente lo hacen por la necesidad de cubrir la oferta concreta que representa – a través de diferentes sellos – y llegar así al público apropiado; el cual, por supuesto, agradecerá una labor cultural llevada realizada con esfuerzo y originalidad identificativos así como una imagen de marca acorde (Los consumidores somos así de sonbs a veces, como negarlo).
Hasta aquí mera opinión; mi aportación al debate, sin embargo, iría mas en la linea de una ética aplicada. Cuando me introduje en el mundo de la edición pronto me vi preocupado por la ética editorial – defecto profesional – sobre la que se podría hablar mucho, y que tiene interesantes tangencias con la ética empresarial y económica pero también temas propios en torno a las relaciones humanas que componen un proceso de edición, sin embargo en lo que atañe al debate la cuestión sería la RSE, siendo aquí la E de editorial. ¿Cual es la responsabilidad social editorial? Como empresa tiene su responsabilidad social, como también la tiene un astillero o un taller, pero como editorial probablemente su responsabilidad social esté relacionada con lo que has llamado edición cultural, aunque claro, eso nos lleva directamente a la tercera pregunta planteada, de tan difícil respuesta.
Supongo que aquí no nos queda mas que ponernos kantianos y decir que la intención es lo que cuenta: un libro editado con una intención cultural, aunque se convierta después en un best-seller – cosa que ha ocurrido y ocurre – siempre será una iniciativa culturalmente legítima por su intención de aportar esa bibliodiversidad.
Es fácil pensar por tanto que los libros «copia», esos libros que siguen estructuras y tramas similares al de un best-seller reciente y que intentan aprovecharse del mercado creado por la sorpresiba aparición, son mezquindad cultural pura, pero lo cierto es que no es tan fácil, porque al final las ideas beben unas de otras. Quizá es que soy un postmoderno trasnochado pero todo es un «pastiche», todo tiene influencias y a veces algo que sorprende lo hace simplemente porque no logramos identificar estas influencias, porque no son tan obvias, aunque definitivamente las tiene.