HOMBRE, UNIVERSO, DESTINO: ¡LLEGA LA SINGULARIDAD!

Excelente, simplemente excelente este “Aquellos años de boom” de Xavier Ayén. Ya

Ray Kurweil es un friki, esto no es una reseña. Ray Kurweil es un friki, esto no es una reseña. Ray Kurweil es un friki, esto no es una reseña. Pues sí amigos, lo que hoy os traigo es una breve nota personal de un libro especial que su autor, el también particular tecnólogo Ray Kurweil, ha titulado “The singularity is near: when humans transcend biology” (hay una edición, extraña, en español).

Estamos ante un tocho, un mamotreto que, a primera vista, parece intrincado e ilegible. Lo he paseado un par de semanas y mis amigos y compañeros de trabajo han bromeado sobre él. Sin embargo, no se llamen a engaño, a pesar de sus 500 páginas más 100 de notas, este texto no es inaccesible. Estamos ante un escrito divulgativo…la dificultad para acceder a los secretos que esconde se deriva, en mi caso, de una de sus características constitutivas: estamos ante un libro que mezcla biología, física, pensamiento sobre ciencia computacional y filosofía.

Confieso que he podido leer aproximadamente la mitad. He perseverado y llegado hasta el final, pero hay bastantes páginas donde el nivel de biología y física requerido no era el mío. No obstante, sí os recomiendo que le hinquéis el diente por varios motivos.

Creo que muchas de las ideas generales de fondo que aquí sostiene Kurweil van a ser la base de una sociedad cada vez más regida por tecnologías algorítmicas; este tema lo he tratado varias veces, por ejemplo al reseñar “El selfie de Galileo” (Península).

Los de letras, aquellos que nos hemos formado en disciplina no científicas, hemos de hacer el esfuerzo de pensar una revolución tecnológica que cada día gobierna más el mundo. Si bien las tesis del autor norteamericano pueden parecer en muchos casos fantasiosas y exageradas, no por ello dejan de ser cruciales para ayudarnos a entender la cosmovisión imperante en la era del big data.

Kurweil ve la realidad como un conjunto de datos. El mundo es información y puede ser tratado como tal y gestionado básicamente por máquinas. La computación, por lo tanto, estará en todos los lugares…todo funcionará con software, nuestros muebles estarán conectados a sistemas e incluso nuestro propio cuerpo será gobernado por nanobots que irán corrigiendo nuestras disfunciones biológicas naturales.

La ciencia avanza tan deprisa y el poder de la computación se incrementa tanto cada día que seremos capaces, gracias a técnicas de “ingeniería inversa”, de copiar la vida humana. Podremos construir cerebros de silicio que serán millones de veces más potente que los humanos…la cantidad de inteligencia artificial superará a la humana rápidamente y llevará a nuestra especie hacia un horizonte mejor y desconocido.

¿Qué es lo humano, qué es un ser humano? debemos preguntarnos, con Kurweil, llegados a este punto. En un futuro nada lejano las personas nos fusionaremos con las máquinas y éstas adquirirán conciencia propia.

Oyendo las voces que claman la cielo y afirman rotundamente que todo esto son locuras, que intentar ir más allá de nuestra condición biológica y natural sólo nos traerá desgracias, Ray denuncia lo que él denomina como el “fundamentalismo humanista”, esa ideología que se opone a cambiar aquello que consideramos propio del hombre.

Precisamente para nuestro autor el sapiens sapiens se ha caracterizado precisamente por tratar, de la mano de su inteligencia y de tecnología que esta es capaz de crear, de trascender sus límites.

Esta apuesta, diametralmente contraria a otras, como aquella en la que el profesor H.Rosa nos animaba a decrecer y sincronizarnos con la naturaleza y con una forma de vivir el tiempo más “auténticamente humana”, pasa por acelerar, por viajar hacia el infinito y maximizar nuestras capacidad superando lo que era entendido, arcaicamente, como humano.

Los seres humanos, finalmente, y gracias a su tecnología, superarán sus límites genéticos y constitutivos y colonizarán el universo con su inteligencia. En este momento de iluminación la “singularidad” se manifestará pero no será una presencia religiosa, no.

Nuestras propias capacidades ampliadas permitirán a nuestro intelecto imponerse a las fuerzas ciegas de la biología y de la física del cosmos e inundarán la totalidad de mundos espaciales existentes dotándolos de sentido.

Este es, según Kuzweil, el destino último de la humanidad: controlar la fortuna de las galaxias y dotarlas de significado. Ahí es nada…abróchese los cinturones, sean curiosos, lean a Ray.

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