Señores de la nube vs creadores de contenidos

He vuelto a Alicante hace muy poco después de asistir al Liber, la feria internacional del libro, que ha celebrado su trigésima edición en Barcelona. Han sido unos …

He vuelto a Alicante hace muy poco después de asistir al Liber, la feria internacional del libro, que ha celebrado su trigésima edición en Barcelona. Han sido unos días emocionantes y muy productivos. He recogido en unas veinte páginas de apuntes esquemáticos las ponencias a las que puede asistir y por supuesto haré un análisis de las mismas en las próximas entradas de este blog.

No obstante, hoy quería comentar un libro que terminé justo antes de salir para el aeropuerto camino de la ciudad condal. Se trata de “Your not a Gagget, a manifesto”, de Jaron Lanier. En español lo han titulado “Contra el rebaño digital” y ha sido publicado por Debate. Intentaré hacer una lectura del texto en clave editorial.

El escrito trata de analizar la forma en que se está diseñando internet y como esta afecta a las relaciones humanas. Pasemos a describir el modelo que se está imponiendo. En primer lugar existe en la red una concentración de poder excesiva. Muy pocos agentes detentan una influencia colosal. El caso paradigmático es Google pero existen otros importantes “players” como Amazon o Apple, que son retailers y al tiempo enormes agregadores de productos y contenidos, que además nos venden dispositivos con los que nos encierran en su ecosistema. Lanier llama acertadamente a estas empresas “Lords of the clouds”.

En segundo lugar, el uso creciente de la tecnología como instrumento mediante el cual nos relacionamos con los demás trae consecuencias en muchos casos poco beneficiosas: se establecen vínculos superficiales, efímeros. Pensemos, por ejemplo, como degrada el concepto de amistad facebook. Lanier los expresa de esta forma: “we are potentially reducing life itself. How can we ever know what we might be losing?”(p. 70). Las empresas que necesitan datos personales que vender a los anunciantes para monetizar sus inversiones nos animan a compartirlo todo, a hacer públicos todos nuestros deseos. No es casual que el propio facebook haya introducido un nuevo botón mediante el que marcamos lo que queremos (want).

Queremos dejar claro que no estamos en contra de las nuevas tecnologías pero estamos criticando, de la mano de Lainer, la forma en que se están construyendo los entornos con los que entramos en contacto con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, etc. Porque como bien dice el autor: “The deep meaning of personhood is being reduced by illusions of bits. Since people will be inexorably connecting to one another through computer from here on out, we must find an alternative” (p. 20) (La negrita es mía).

Internet es una revolución positiva, imparable. Inexorable, forzosamente, nos vamos a relacionar más y más a través de la red. Es por ello que debemos repensarla para hacerla más humana, más cívica. Porque con el paradigma actual aquellos que controlan internet son, en palabras de Lainer, los “spy/advertising empires”. ¿Por qué tenemos que depositar todas nuestras vidas, experiencias, deseos y anhelos en las bases de datos de estas corporaciones, que además dirigen las empresas menos transparentes del mundo?. Dos gritos de Lainer sirven para terminar de ilustrar este punto.

Se pregunta el americano “but who is that lord who owns the cloud that connects the crowd?”(p. 99). ¿A quién estamos confiando alegremente nuestras fotos, nuestros estados de ánimo?. En definitiva, el manifesto Laineriano se resume en este aforismo certero: “STOP CALLING YOURSELF A USER, YOU’RE BEING USED!” (p. 200).

El gritoPasemos en este punto a una lectura más editorial de todo lo expuesto, más relacionada con el rol que tienen que jugar en esta partida de ajedrez aquellos que crean y comercian con contenidos. Como hemos observado, lo importante para los “señores de la nube” es que los datos fluyan y el cliente se manifieste para poder contribuir con sus opiniones al enésimo estudio de mercado. El contenido cultural, por tanto, no pasa de ser mero relleno, anzuelo necesario para atraer tráfico-web(otro concepto clave). Recojamos de nuevo las palabras de Lanier: “If money is flowing to advertising instead of musicians, journalists and artists, then a society is more concerned with manipulation than truth or beauty. If content is worthless, then people will start to become empty-headed and contentless”(p. 83).

¿Qué modelo se está proponiendo desde este esquema para la creación de contenidos?. Un ejemplo ilustrativo en mi opinión lo ofrece la llamada “Generación kindle”. Miles y miles de autores trabajaran por nada o casi nada tratando de ganar notoriedad en la red. Solo aquellos promovidos “democráticamente” por los “megustas” compulsivos y masivos de las gentes merecerán ser mínimamente remunerados. Preguntémonos que tipo de contenidos triunfan en youtube, que tipo de productos culturales suelen desatar acciones virales de los internautas. ¿Es este el futuro de la cultura?, ¿será este el contexto en el que fomentar y desarrollar la creatividad de nuestros autores futuros?. No digo que debamos volver al sistema anterior, en el que egregios editores dictaban qué era la calidad y que merecía publicado (este tema ha sido eficazmente tratado por Bernat Ruíz) pero tampoco considero justo este modelo aparentemente democrático de selección de contenidos notables.

Y esto no es todo. Agárrense los lectores que vengan del sector del libro, que vienen curvas. Porque como afirma Lanier: “is my hope that book publishing will continue remuneratively into the digital realm. But that will only happen if digital designs evolve to make it possible. As things stand, books will be vastly devaluated as soon as a large number of people start reading from an electronic device” (p. 83), (negrita de nuevo mía). Aquí cabría recordar mi artículo anterior “El efecto Amazon” para entender como el libro digital nos empuja, si todo sigue como hasta ahora, a un modelo que necesita de la venta de productos de gran volumen y por tanto de un tipo de libro muy determinado.

Esto me recuerda a cuando estudié la asignatura de sector audiovisual en un máster en la UOC. Nos explicaban allí que los grandes estudios necesitan producir un tipo de film “catch-all”, para todos los públicos, para minimizar los riesgos de las inversiones millonarias que supone una superproducción. Ya sabemos que consecuencias tiene esto; miren la cartelera. Hasta ahora el libro se había podido mantener al margen de estas dinámicas porque yo podía tener mi pequeña editorial y poner en marcha un proyecto cultural(un libro)que solo necesitaba un público de 1200 compradores. Esto se puede acabar con la llegada del e-book(o tal vez no; puede que dependa del rango de precios que se acabe imponiendo, otro aspecto clave muy debatido en Liber).

¿Qué podemos hacer nosotros, editores, escritores, usuarios?. En primer lugar tratar de determinar las condiciones a partir de las cuales aceptamos “alimentar al monstruo” con nuestros contenidos, con nuestra creatividad. Javier Celaya, recientemente y también en Liber, llamaba a los editores a plantarse ante este estado de cosas: “plantaos, estáis todos aquí”, dijo. Internet no se diseña sola, la diseñan las personas según unos modelos u otros, según unas intenciones y voluntades de uso.

Creo que tenemos un papel modesto pero importante que jugar. En mi opinión, el libro sigue siendo vital para estructurar la sociedad. Continúa siendo un contenedor fundamental para dar sentido a la vida de la gente, para permitir el aprendizaje, para proporcionar un goce estético más allá del degradado “entertaiment” de masas. Corremos el riesgo de que la cultura se convierta totalmente en publicidad. Paso, para no extenderme más, a hacer algunas propuestas concretas:

1. Apostar por un nuevo humanismo digital. Si antaño tuvimos que construir un espacio público y defender el interés general fuera de la red, seamos conscientes de que internet será una esfera clave para las relaciones humanas en el futuro, donde también hemos de hacer valer nuestros derechos.

2. Apostemos por formas de relación tecnológicas que potencien lo humano, no que lo reduzcan. Podemos abandonar las plataformas que nos deshumanizan o reclamar mejoras que nos permitan relacionarnos de forma no estandarizada. No tenemos porque vernos forzados a desarrollar comportamientos que se ajusten a plantillas de recogidas de datos.

3. Debemos reclamar con firmeza un modelo en el que la creación cultural sea remunerada adecuadamente. Lainer propone, siguiendo las ideas de Ted Nelson, un pago mínimo directo de usuario a usuario por el acceso a contenidos.

4. Podríamos colaborar como usuarios, autores y editores en la creación de plataformas horizontales independientes mediante las que relacionarnos y compartir contenidos (un amigo me habla de un ejemplo: guifi.net. También existen webs de creadores como http://www.contra-escritura.com/ o http://oklahomabbm.wordpress.com/).

5. Considero que el Estado debe implicarse para defender en internet el bien común. ¿Qué tal si el ministerio de cultura, por ejemplo, pusiera en marcha en internet una red de creadores que ofrecieran directamente al público el fruto de sus trabajos?.

6. Sería importante generar un buscador alternativo. Si la escala es necesaria y determinante quizás podría ser un proyecto a poner en marcha a nivel de la Unión Europea. Dejemos de regalar información de millones de personas a nuestros competidores de EEUU, por favor. Los rusos y los chinos no han caído en la trampa.

Esta todo por hacer; internet es relativamente joven y aún podemos determinar la forma en que se construya y use. En nuestras manos está que sea un instrumento potentísimo dominado por los señores de las nubes o gestionado por y para el ciudadano.

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4 comments

  1.    Responder

    This is way better than a brick & mortar eshtblistmena.

  2.    Responder

    […] Asistimos no a un desintermediación, como a primera vista apreciamos cuando vemos la caja vacía del Dios Google que nos permite teclear aquello que deseemos o cuando Facebook nos ofrece “gratis” conectar con todas nuestras amistades, sino a una re-intermediación que reconfigura las identidades y los roles de los agentes que nos ayudan a llegar al conocimiento y a los demás. “Who owns the cloud that connects the crowd”, se preguntaba Jaron Lanier. […]

  3.    Responder

    […] hay unión de autores y editores para revalorizar el contenido frente a nuevos modelos de negocios más basados en el uso de los libros como “cebo” para nutrir de usuarios que compren otras productos y servicios y dejen un regero de datos en los ecosistemas de empresas […]

  4.    Responder

    […] interesadas en crear y promocionar contenidos tenemos una especial responsabilidad en este sentido. Jaron Lanier nos habla de los imperios espías-publicitarios que están construyendo plataformas como Facebook que comercian con nuestros datos. Nosotros […]