Interesantes las cuestiones que propones.
Sociabilizar por Internet hoy en día supone referirse necesariamente a las redes sociales. Estas dan una falsa imagen de conectividad. Si el discurso se convierte en una prolongación del yo, entonces esa aparente conexión no es eficaz. No nos interesa tanto lo que tenga que decir el otro como la imagen que damos de nosotros mismos. El éxito social se mide por el número de seguidores, por la cantidad de «me gusta» que se reciben, por las menciones o los retuits. Esta es la nueva forma de sociabilizar. Es como si se hubiera construido un nuevo lenguaje, pero basado en la focalización del yo. Esta circunstancia en el caso de los jóvenes se ve amplificada tremendamente, y esto se agrava además por el hecho de que no existe una educación en el uso racional o consciente de estas herramientas.
Por otra parte, a priori parece que el concepto de «Internet lento» es una contradicción irresoluble. El medio no permite detenerse lo suficiente como para digerir la información. Una pequeña pausa y la información que tratas de asimilar ya ha pasado, ya se ve sustituida por nueva información. De cualquier modo, desde hace un tiempo a esta parte estamos asistiendo a una aplicación de la filosofía «slow», de hacer menos y más despacio, a distintos ámbitos. Primero fue a la comida, y más tarde a la moda, a la manera de concebir el medio ambiente o a la forma en la que se planifican las ciudades. Me pregunto si todavía tendremos que asistir a ese concepto aplicado a Internet. Como he dicho, en principio parece contradictorio, pero no creo que sea imposible. La red siempre va a exigir prisas, inmediatez, urgencia, pero la última palabra la tiene el usuario, que es el que decide dejarse llevar o pararse un momento a asimilar. No, desde luego, desde el modelo de comunicación que se fomenta en las redes sociales.
Pero quiero pensar que el simple hecho de participar en páginas o en foros de debate como este ya supone una parada que se agradece entre tanta aceleración.
¡Un saludo!
No estoy del todo de acuerdo con la idea del consumidor inteligente. Internet es una herramienta muy poderosa, pero de nada sirve si no se utiliza o no se sabe utilizar de forma adecuada. Es verdad que nos permite contrastar fuentes, pero al final los usuarios que hacen esos son los que lo harían también sin Internet. Por otra parte, Internet nos ha enseñado el impresionante poder viral de una mentira bien montada. Ahora hay muchos más medios, más pequeños, más especializados; cualquiera con una conexión a Internet y unos conocimientos mínimos puede montar un blog y erigirse como medio de comunicación, incluso sin nociones mínimas de periodismo. ¿A qué ha llevado esto? A un tipo de periodismo muy deteriorado. Notas de prensa que se copian y pegan sin contrastar datos, sin intentar averiguar si lo que se dice es verdad.
Ya que hablamos de nuevos modelos, aunque Antonio menciona Jot Down (que por cierto no sabía que estaba includo en la web de El País), yo no querría dejar de mencionar el experimento de Huffington Post, que parece que de momento es el nuevo tipo de periodismo que más está arrasando. Porque convertir un periódico en digital es más que añadirle una caja de comentarios al final o abrirle una cuenta en Twitter. Huffington Post sale adelante con una plantilla de periodistas mínima, con una decena puede apañarse. El resto de contenidos publicados pertenecen a blogs de personas que colaboran con el periódico, muchas veces GRATUITAMENTE. El diario da voz a personas que no son periodistas, que simplemente tienen algo que contar, aunque los artículos siempre pasen por el filtro de la editorial. Sin embargo, más que de un diario al uso habría que hablar de una red de blogs de personas que no son propiamente periodistas. Es el nuevo periodismo ciudadano. Con Internet, con una cámara o un móvil, cualquiera puede convertirse en un momento determinado en el periodista. Huffintong Post ha llegado a crear una plataforma llamada Outspeak, en la que los ciudadanos se pueden registrar para crear y subir sus propias noticias, distribuidas por el propio diario. ¿Estamos ante el fin del periodismo? Desde luego ante el fin del periodismo tal y como se concebía hasta el siglo XX. Muchos han sido los periodistas que se han levantado y han protestado ante este nuevo modelo.
Y parece que la tendencia ha llegado a Internet para quedarse, porque el nuevo tipo de medio que arrasa en la red es Buzzfeed. Que está muy bien como pasatiempo, pero no deja de ser muy superficial y tiene un valor informativo de cero. En fin, perdonadme el pesimismo…
A la primera pregunta, cualquier página o medio que cuente con una comunidad y que genere interés es susceptible de mantenerse con publicidad segmentada. Facebook es el gran ejemplo de ello. El sistema publicitario de Facebook es una perfecta máquina de hacer dinero. Ya no es solo que los anuncios que se muestran se basen en datos de navegación y posibles intereses del usuario, lo cual incrementa bastante las posibilidades de conversiones, sino que cualquier persona con menos de diez clicks puede lanzar su propia campaña publicitaria de forma casi inmediata, sin intermediarios y con un control bastante amplio de todo el proceso. No creo que la prensa haya llegado a ese punto.
En cuanto a la segunda cuestión, los ejemplos a seguir tienen que ser necesariamente aquellos medios que han nacido ya en plena era digital. Pongo por ejemplo eldiario.es (que personalmente pienso que es la demostración de que todavía queda esperanza para el periodismo de calidad). Frente a este diario, sin necesidad de dar nombres hay periódicos que se jactan de tener más de cien años y que están gestionados por auténticos dinosarios que se han visto obligados a incursionar en el mundo digital a la fuerza, obligados por las circunstancias. Periódicos que no han entendido todavía el nuevo modelo y que han visto lo digital como una gran amenaza porque veían peligrar las ventas de sus periódicos en papel de toda la vida.
Queda mucho por recorrer pero creo que vamos por buen camino. No quiero dejarme vencer por ese derrotismo, tan de moda en los últimos tiempos, que dice que el periodismo ha muerto. Al fin y al cabo, lo de que los tiempos pasados eran mejores es un tópico.
De entrada diré que la clave está en algo que ya comentaba @Conchi: igual que hay libros para cada estado emocional hay formatos para cada ocasión. Pero me gustaría matizar esto en relación con los supuestos nativos digitales.
Entiendo por nativos digitales a aquellos que se han criado en un entorno digital y que no han conocido la época analógica, independientemente de cuáles sean sus destrezas. Creo que el problema empieza desde el momento en que queremos definir el concepto de lo digital. ¿Hasta qué punto podemos decir que saber utilizar exclusivamente cuatro o cinco aplicaciones, repitiendo lo mismo una y otra vez, es tener destrezas digitales? Eso es lo que ocurre con nuestros jóvenes (yo hablo desde la experiencia con adolescentes). Utilizan constantemente las redes sociales, pero son incapaces de usar un procesador de texto o mandar un correo electrónico. Y esas destrezas no las van a aprender si no se les enseña, algo que creo que viene siendo una carencia en la educación secundaria.
Por otra parte, en lo que respecta a la lectura, estamos de acuerdo en que la digital tiende mucho más a la dispersión y a las distracciones que la de papel. Pero al definir qué es lectura digital creo que en realidad estamos definiendo muchos tipos de lecturas y a muchos niveles de profundidad. No es lo mismo leer en un e-reader que en un móvil o que en la pantalla de un ordenador, con o sin conexión. Hay formatos que tienden más a la urgencia y otros al reposo. Creo que elegir uno u otro dependerá del momento y de lo que estemos leyendo. Pero teniendo en cuenta que esto es así, por norma general desaconsejo que los adolescentes lean en formatos digitales. Si ya les cuesta leer en papel con el móvil al lado, leer en una pantalla es casi una invitación a la distracción. Por supuesto que no hablo de todos. Baste recordar que el lector adolescente es uno de los más fieles.
En fin, soy muy contrario al derrotismo de pensar que utilizando lo digital nos estemos convirtiendo en los nuevos bomberos de Bradbury. En realidad creo que lo único que le pasa a la oposición entre el papel y lo digital es que hay una importante falta de perspectiva. El segundo formato es demasiado nuevo y todavía no sabemos hacia dónde se dirige ni nos hemos acostumbrado a él. Pero creo (y espero) que cada vez sea más frecuente, sin que eso haga que dejemos de leer en papel.
Aunque, por otro lado, también es verdad que el papel hacia de filtro editorial. Hoy en día con lo digital puede publicar cualquiera, independientemente de la calidad. He visto libros chapuceros que daba pena, y ahí están. A Amazon le importa poco, porque al gigante lo único que le interesa es el negocio de vender. Ese tipo de publicaciones digitales le hace un flaco favor al libro y a la lectura.
En fin, un saludo a todos.
Me parecen interesantes y pertinentes las referencias que se están haciendo al sistema educativo. Aquí puedo hablar con un poco de criterio, porque hablo desde la experiencia (soy profesor de lengua, me apasionan las nuevas tecnologías y trato de incorporarlas a mis clases siempre que es posible). La legislación educativa vigente le da mucha importancia a las nuevas tecnologías, pero imagino que todavía tiene que pasar alguna generación de profesores antes de que se empiece a aprovechar sus posibilidades de verdad. Una buena parte del profesorado ni conoce ni está interesado en conocerlas, y así, por lógica, no se pueden enseñar a los alumnos.
Por otra parte, he tenido la ocasión de trabajar con alumnos que no tienen acceso a Internet o que apenas lo usan, y he podido comprobar que presentan problemas de comprensión lectora tan graves como aquellos que están constantemente enganchados. Hay que puntualizar que para un alumno normal usar Internet se reduce a usar las redes sociales y poco más.
Las nuevas tecnologías pueden (y deben) ayudarnos a mejorar las competencias lectoras, pero hay que saber utilizarlas. Como dije en mi comentario anterior, no son una competencia, y aunque lo fueran, hay que intentar en la medida de lo posible convertirlas en aliadas. Ese es el trabajo de los docentes.
Hola a todos:
Hace unos días leía un estudio de una universidad noruega que concluye que la lectura en papel es más profunda que la lectura en un dispositivo digital (dejo aquí un enlace a la experiencia, que creo que es interesante de leer http://www.libropatas.com/libros-literatura/la-lectura-en-papel-es-mas-profunda-que-en-un-dispositivo-electronico/)
Creo que hay que partir de un dato importante: Nicholas Carr escribió su ensayo creo que en 2010, y desde entonces el panorama de la lectura digital ha cambiado mucho. En tecnologías los cambios se producen de un día para otro. También creo que en ese momento, e incluso ahora, nos falta perspectiva para valorar de forma adecuada este debate.
Partiendo de eso, tengo que darle en parte la razón a Carr, que es lo mismo que advierte Mario Vargas Llosa en La civilización del espectáculo. Pero solo en parte. Me voy a centrar ahora casi exclusivamente en Internet. Están apareciendo nuevos conceptos asociados a la literatura. Todavía son muy recientes, algunos se perderán para siempre y otros se consolidarán. No sé si conocéis la literatura ergódica. En ella el lector tiene una participación tan activa que prácticamente se construye un texto y un lector distinto en cada proceso de lectura. O el concepto de twitteratura, donde podemos encontrar novelas en tandas de 140 caracteres. En fin, son nuevos conceptos. Quizá más superficiales, pero también más interactivos (por decir algo).
Voy a poner otro ejemplo. A lo mejor es tontería, pero allá va. Estos días atrás escribí una reflexión sobre la lectura en los videojuegos. Muchas veces decimos que nuestros jóvenes no leen y que se pasan las horas delante de una pantallita jugando a chorradas. Pues bien, si nos detuviéramos a analizar detenidamente esas chorradas veríamos que algunas tienen más cantidad de texto y más lectura que libros que tradicionalmente nadie dudaría de calificar como lectura. Hay videojuegos en los que la lectura es un factor tan importante que sin ella no tienen sentido. ¿A quién se le ocurre a estas alturas decir que los videojuegos pueden ser una forma de fomentar la lectura? Todavía no, pero tiempo al tiempo.
<p style=»margin-bottom: 0cm;» align=»JUSTIFY»>En cuanto a las nuevas tecnologías, no tengo duda de que pueden aportar mucho al proceso de lectura. Facilitarle las cosas al lector no siempre significa algo necesariamente negativo. Por ejemplo, hace un rato escribía un artículo sobre un proyecto de OpenStax en el que se pretende diseñar un libro de texto que cambie de contenido dependiendo del nivel del estudiante que lo maneje. Teniendo en cuenta muchos factores el libro podrá ir aumentando de nivel y ajustándose siempre al del alumno. Quizá esto parezca una barbaridad, porque se supone que ese es el trabajo de un profesor y si se lo dejamos al libro entonces qué se supone que debe hacer el docente. Pero yo lo veo como una herramienta que puede facilitar mucho la enseñanza. Y como este ejemplo se me ocurren unos cuantos más.</p>
<p style=»margin-bottom: 0cm;» align=»JUSTIFY»>Por eso mismo, sí creo que Carr cae en un pesimismo excesivo. Creo que estamos en medio de un cambio de paradigma. Algo que no se vivía desde la invención de la imprenta. Es normal que tengamos dudas y miedos. Que pensemos que es el final de una era, que todo va a peor. Estoy seguro de que muchos monjes pensarían que una máquina capaz de imprimir libros era algo nefasto. Pero lo cierto es que la tecnología ha llegado para quedarse. Y en lugar de convertirla en una enemiga de la lectura deberíamos hacer que fuera una aliada.</p>
<p style=»margin-bottom: 0cm;» align=»JUSTIFY»>Bueno, me voy despidiendo ya. Un saludo.</p>